En Colombia, el aislamiento mediante ordenes es ineficiente, más se puede lograr con la motivación personal, mientras se dedican esfuerzos a contrarrestar el deterioro económico.
Sorprende la solicitud del presidente al nuevo fiscal general de priorizar el proceso del crimen en el que flotan dos tesis contrarias y extremas. ¿Qué motiva ese pedido?
¿Cómo es posible que la economía colombiana siga soportada en petróleo, peor aún, con fracking? ¿Qué política más tonta volver objetivo nacional tumbar a Maduro, peor aún, imponer a Guaidó?
Nos quieren vender que los resultados económicos demuestran que vamos bien, pero ¿cómo hacer llegar el mensaje de que crecer no necesariamente es progresar?
¿Qué ganamos con la visita de Guaidó o con la de Pompeo, en un marco en que declaramos terroristas todos los enemigos de Estados Unidos y desplegamos ejercicios militares conjuntos?
El poder que detentan los comunicadores no nace del conocimiento de los temas o su capacidad de análisis, sino de la habilidad para movilizar las emociones del público.
No estamos ante una manifestación política, ni siquiera una protesta social, es una explosión de inconformismo contra el marginamiento y la inequidad, por el agotamiento de un modelo.
Alberto Carrasquilla es el timonel de la economía, representante de la ortodoxia neoliberal que sigue e implementa, cuyo fracaso gritando los marchantes de Colombia y el mundo.