La pandemia de los no vacunados – Por: Elda Cantú

Pasamos la pandemia construyendo diligente y laboriosamente una burbuja para aislarnos en pro de la salud.
Pasamos la pandemia construyendo diligente y laboriosamente una burbuja para aislarnos en pro de la salud.
El trabajo que hacemos no determina lo que somos. La idea puede parecer radical en lugares como Estados Unidos, donde el empleo o la ocupación de las personas se consideran una suerte de realización personal y te vuelven un integrante respetado de la sociedad.
Pareciera que en el centro de las grandes controversias de los últimos días siempre hay una adolescente.
Incendios en California, inundaciones en Alemania, países del Pacífico que van quedando bajo el agua. El planeta sigue calentándose con consecuencias cada vez más devastadoras.
No se sale ileso del coronavirus. La COVID-19 deja secuelas en el organismo de quienes lo superan: dolores de cabeza persistentes, cansancio, daño a los pulmones.
Viene la temporada de compras, digo, de fiestas. Con el cierre del año, los feriados decembrinos, las reuniones familiares y la repartición de bonos navideños viene también un impulso capitalista disfrazado de alegría y buena voluntad: la compra de regalos.
¿Es demasiado tarde para salvar los ríos, los océanos y los bosques tropicales del calentamiento global?
El Abierto de Australia, el primer Grand Slam de la temporada, empezó sin Novak Djokovic, el deportista más esperado del torneo. Djokovic, quien se ha negado a vacunarse, fue deportado de Australia luego de una semana de papeleo judicial y ruedas de prensa airadas.
A principios de año, la tranquilidad de saber que había vacunas para frenar la COVID-19 nos unió: íbamos a estar a salvo.