Jorge Gomez P
¡Coronell, salve usted la causa!
– “Al golpear la credibilidad de una de las pocas publicaciones de prensa que todavía gozaban de alguna, nos dejan huérfanos”. Esto dijo Antonio Caballero a raíz del despido de Daniel Coronell como columnista de Semana, para referirse a una orfandad que se resume en esta pregunta que se hace -y responde- al final del párrafo: “¿A quién creerle? A nadie”. De acuerdo, ya no se puede creer en nadie.
“The New York Times” y una “Semana” para reflexionar
Por los mismos días en que estalló el escándalo por el artículo del New York Times que denunciaba el regreso de los falsos positivos mediante directrices trazadas por la comandancia del Ejército, y se conocía del bochornoso ocultamiento que hizo Semana de esa misma información, se supo también de una carta que más de 260 intelectuales de Colombia y el mundo le dirigieron al presidente Iván Duque, donde le expresan su preocupación por el “sistemático derramamiento de sangre” y advierten que “desde los lugares de poder gubernamental y los medios de comunicación, se incita a una escalada de odio y violencia que rompe la poca paz alcanzada». (Ver carta).
Después de la tempestad viene… la hecatombe – Por: Jorge Gomez P
El exministro de Justicia Yesid Reyes puso el dedo en la llaga cuando en entrevista con Semana.com señaló lo que en realidad se esconde tras las objeciones a la ley estatutaria de la JEP planteadas por el gobierno de Iván Duque: “Se trata de someter a la rama judicial al poder del Ejecutivo. Eso es lo que se está buscando. El propósito real de las objeciones no era que estas pasaran, sino provocar la situación de caos que se acaba de crear».
Crimen y castigo: un gigoló asesino
El diccionario define gigoló como el “hombre joven que es mantenido por una mujer, generalmente mayor que él, a cambio de prestarle su compañía o de mantener con ella relaciones sexuales”. Esto para brindar claridad en que la relación entre la chilena Ilse Amory Ojeda y el santandereano Juan Guillermo Valderrama Amézquita no califica como “noviazgo”, según informaron los medios, sino como una sociedad de mutuo beneficio, en la que ella recibía pasión carnal y a cambio entregaba dinero o regalos, llámense un carro o una moto, que en efecto los hubo.
Caso Álvaro Gómez: en busca del eslabón perdido
(Ayúdenos a encontrarlo).
Hace algún tiempo he venido anunciando un libro que recoge una investigación minuciosa sobre el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, ocurrido el 2 de noviembre de 1995, y voy a usar esta columna para explicar el motivo de la demora en su publicación.
Dos vicepresidentas al borde del abismo
El editorial de El Espectador del domingo pasado puso los puntos sobre las íes cuando, inspirado en la sentencia “dura lex sed lex” –la ley es dura, pero es la ley-, le concede la razón al Consejo de Estado al advertir que la credencial del senador Antanas Mockus efectivamente estaba viciada de nulidad y en tal medida “el régimen de inhabilidades le aplica (…) y no podía participar como candidato”.
“Yo no pateo perro muerto”
Bien llamativa resultó la respuesta amenazante de Paola Holguín a la columna de Yohir Akerman donde reveló los vínculos que el papá de ella, Frank Holguín Ortiz, sostuvo con Pablo Escobar en los años 90 como narcotraficante y testaferro del capo. El trino de la senadora uribista es fiel reflejo de su catadura moral y del entorno mafioso que la envuelve: “yo no pateo perro muerto” da a entender que el periodista se va a morir… o ya se puede dar por muerto. Sea como fuere, el meollo del intríngulis reside en que, si la columna de Akerman mintiera, en lugar de una amenaza ella habría anunciado denuncia penal por injuria, calumnia o atentado al «buen nombre». Si calla en eso, es porque no puede desmentirlo. O sea, no se atreve a patear al perro estando vivo. (Ver columna).
Gaviria y Vargas Lleras… ¡salven la JEP!
Un refrán popular señala que los médicos también se mueren, y esto se hace extensivo a decir que la gente inteligente también se equivoca. Es obvio que a quienes prefirieron el voto en blanco en la segunda vuelta les cabe parte de culpa en el desastroso estado de cosas que hoy se vive, pues no captaron que era obligatorio impedir que en la figura angelical de Iván Duque se materializara el regreso de la bestia herida y sedienta de venganza, o sea Álvaro Uribe. Y para impedirlo tocaba votar por quien lo enfrentó en segunda vuelta, o sea Gustavo Petro.
El asesinato moral como una de las bellas artes
El título de esta columna no es nada original. Fue parodiado de Thomas de Quincey, quien escribió una pieza de cáustico humor inglés titulada Del asesinato considerado como una de las bellas artes, donde afirmó que, aunque un homicidio es condenable, después de ocurrido puede ser juzgado con criterios puramente estéticos.