El engaño de la ‘superación personal’
Son tres las modalidades mediante las cuales millones de personas son sometidas a engaño colectivo en la sociedad actual: la religión, la política y la ‘filosofía’ de la superación personal.
Son tres las modalidades mediante las cuales millones de personas son sometidas a engaño colectivo en la sociedad actual: la religión, la política y la ‘filosofía’ de la superación personal.
Bien llamativa resultó la respuesta amenazante de Paola Holguín a la columna de Yohir Akerman donde reveló los vínculos que el papá de ella, Frank Holguín Ortiz, sostuvo con Pablo Escobar en los años 90 como narcotraficante y testaferro del capo. El trino de la senadora uribista es fiel reflejo de su catadura moral y del entorno mafioso que la envuelve: “yo no pateo perro muerto” da a entender que el periodista se va a morir… o ya se puede dar por muerto. Sea como fuere, el meollo del intríngulis reside en que, si la columna de Akerman mintiera, en lugar de una amenaza ella habría anunciado denuncia penal por injuria, calumnia o atentado al «buen nombre». Si calla en eso, es porque no puede desmentirlo. O sea, no se atreve a patear al perro estando vivo. (Ver columna).
A Yéssica Teherán, inspiradora de esta columna.
En consonancia con países del Cono Sur como Chile y Argentina, en noviembre de 2019 Colombia vivió un estallido social que fue el resultado de un descontento masivo, por cuenta del desgobierno nacional. En una serie de marchas tan creativas como combativas, compuestas más que todo por jóvenes, el país les recordó a sus dirigentes que venían con voz propia y dispuestos a usarla.
El 11 de diciembre del año pasado escribí para El Espectador una columna titulada Esto se va a poner peor, donde hice referencia a “ciertos síntomas que darían para pensar que este Gobierno avanza con paso firme hacia la implantación de un régimen neofascista”. (Ver columna).
Son tres hasta el momento los libros que cuentan la historia de Alternativa, revista fundamental en la historia del periodismo colombiano, de la que fue su mecenas y gran orientador Gabriel García Márquez y tuvo entre sus plumas más insignes a Antonio Caballero.
En columna anterior dije algo que debería ser tema de alto calado: la serie de dibujos animados de mayor audiencia en la historia de la televisión mundial, Los Simpson, emblemática de la familia y la sociedad norteamericanas, en torno a la marihuana hace una apología a favor de su consumo. Antes lo hacía de manera disimulada, ahora abierta.
El primer campanazo de alerta lo dio Óscar Jahir Hernández en Bucaramanga el pasado 8 de agosto, con una columna para Vanguardia titulada ¿Paramilitares en el gobierno de Héctor Mantilla? Allí, en su remate dijo esto: “Señor Mario Camacho Prada, ¿Qué está haciendo el “contrahacker” Carlos Escobar en el apartamento 11-09 de la Carrera 25 No 18-39 de Bucaramanga?”. (Ver columna).
En mi columna anterior hablé de la actitud irresponsable que se advierte en algunos medios, entre ellos la revista Semana, “cada día más uribista”. Dije que a raíz del escándalo desatado por el infarto repentino (o envenenamiento, vaya el FBI a saber) de Jorge Enrique Pizano y la revelación de las charlas que le grabó a su “amigo” Néstor Humberto Martínez, los principales medios de comunicación fueron irresponsables con el país, en razón de que “habría bastado con que dos o tres de los más importantes directores se hubieran puesto de acuerdo en pedir –o exigir– la renuncia del fiscal general, propendiendo tan solo por la buena marcha de las instituciones. Y lo habrían conseguido”.
Hay dos aspectos en los que la senadora Viviane Morales y la diputada santandereana Ángela Hernández coinciden como uña y mugre: su accionar político tiene un sustento religioso de claro tinte homofóbico, y ambas están en el partido equivocado.
Bien arrecha resultó la ventolera que armó en Santander el alcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández Suárez, cuando habló de “derrotar a Serpa”. Con esa declaración despertó oleadas de simpatía, pues enarboló la bandera de su propia “lucha contra la politiquería y la corrupción”, hoy tan de moda. Pero conviene ponerle lupa a sus palabras para conocer las verdaderas intenciones de lo que, desde el reino de la posverdad, luce como un show mediático ‘libreteado’ desde las filas del uribismo.