El oficio de calumniar (Twitter, Colombia)
Por: Ricardo Silva Moreno
Basta no reírse para criticar a un humorista. Si uno es el ridiculizado, y no es capaz de quedarse callado ante su propia caricatura —en una democracia la idea es soportar la burla con los puños apretados—, puede, si quiere, caer en la trampa de llamar “vil” al parodiador.