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Sergio Fajardo: Un año en campaña para decir que solo hasta hoy comienza la campaña

Promete cambios para que todo siga igual - En el fondo, muchos críticos coinciden en que Fajardo representa esa figura política que promete cambios sin querer alterar nada. Un candidato que, en vez de transformar, parece querer administrar lo existente con una fachada de mesura y neutralidad.

Después de más de un año recorriendo Colombia, visitando ciudades, asistiendo a medios de comunicación, compartiendo sus ideas en programas radiales, televisivos y digitales, y promoviendo su imagen como la del “gobernante transparente”, Sergio Fajardo por fin reconoce que está en campaña. 

Una afirmación que, aunque llega tarde, no sorprende a muchos: su presencia constante en el escenario político nacional era imposible de disimular

Dice ir adelante

Lo curioso es que, mientras realizaba todos estos esfuerzos propios de una campaña electoral, nunca reportó los gastos, argumentando que su candidatura solo comienza «formalmente» ahora.

Este anuncio tardío pone en evidencia la ambigüedad que ha caracterizado a Fajardo durante años. Dice ir «adelante«, pero su falta de posiciones firmes y claras en un país polarizado como Colombia genera más dudas que certezas

En tiempos donde se exige coherencia, convicción y una visión concreta del rumbo que debe tomar la nación, Fajardo opta por frases generales, casi etéreas, que dejan más vacíos que respuestas.

Asegura que su prioridad es Colombia. 

Pero ¿cuál Colombia

¿La de los grandes empresarios que se oponen a toda reforma que toque sus intereses y que Fajardo rara vez critica? 

¿O la de los movimientos sociales que claman por equidad y justicia, a los que suele mirar con recelo y tachar de extremos

Fajardo promete unir a Colombia

Su constante ambivalencia hace difícil ubicarlo ideológicamente. Y para esquivar esta discusión, se refugia en su “ideología del trabajo serio, disciplinado y transparente”, una postura cómoda que no compromete ni define, justo cuando el país necesita decisiones firmes sobre su futuro social y económico.

Fajardo promete unir a Colombia, pero en el pasado ha sido criticado por su falta de energía y liderazgo. Él mismo admitió en entrevistas que no logra transmitir emoción ni convicción, y no pocos lo recuerdan por memes donde aparece dormido en medio de debates cruciales. 

Fue alcalde de Medellín y gobernador de Antioquia, pero nunca asistió a una junta directiva de Hidroituango, uno de los proyectos más importantes y problemáticos del país. Además, confió la seguridad de Medellín al polémico Gustavo Villegas, hoy vinculado con el paramilitarismo, sin asumir responsabilidades políticas por las consecuencias de esa decisión, como los crímenes en la Escombrera.

Dice que su compromiso es defender a Colombia 

Fajardo también dice que su compromiso es “defender a Colombia de quienes la amenazan”. Pero 

¿Quiénes son esos enemigos? 

¿Los jóvenes que protestan en las calles, los sindicatos que exigen mejores condiciones laborales, los ciudadanos que claman por una salud digna? 

¿Acaso eliminar las EPS corruptas, que desangran el sistema de salud, es una amenaza para su idea de país?

Cierra con una frase que resume toda su campaña 

“Usaré mi conocimiento para resolver problemas reales”. Sin embargo, no menciona cuáles. 

¿Resolverá el problema de los altos costos de la energía enfrentando a las empresas que lucran con un servicio esencial? 

¿O protegerá a sus amigos del sector energético? 

¿Defenderá al paciente común que espera atención en salud o a los dueños de EPS que desvían recursos públicos? 

En lugar de respuestas, Fajardo deja incógnitas.

Promete cambios para que todo siga igual 

En el fondo, muchos críticos coinciden en que Fajardo representa esa figura política que promete cambios sin querer alterar nada. Un candidato que, en vez de transformar, parece querer administrar lo existente con una fachada de mesura y neutralidad

La historia reciente de Colombia ha demostrado que esa postura ya no es suficiente. La gente quiere saber claramente de qué lado están sus líderes. Y, en el caso de Fajardo, la respuesta sigue sin llegar.


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