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Belerofonte vs Quimera

Sample ImagePor: Jorge H. Silva Besil

La mitología de la antigua cultura helénica sigue estando vigente en el mundo moderno. Belerofonte dice la tradición oral, era un hijo de Poseidón, que montado en su caballo alado de nombre Pegaso, combatió a un monstruo fabuloso que tenia la cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón, y como si fuera poco vomitaba fuego. Al final, el mito concluye, con la muerte del singular espécimen, y la consagración triunfal del reverenciado héroe. Aunque en la cultura griega, el enfrentamiento termino para siempre, la moraleja filosófica de esta historia, nunca podrá concluir.

La palabra del mitológico animal, quimera (en minúscula), significa para la gramática castellana, vivir una ilusión o ficción. Lo anterior trae como consecuencia, la participación del ser humano, como único ser dotado por la gracia divina, de la razón. La eterna lucha entre el bien y el mal, o mejor, de los que creen en algún momento de sus vidas que están en uno u otro bando, permiten a todos los seres racionales, buscar llegar a su estado permanente de guardia, en la búsqueda de su héroe (Belerofonte) contra su enemigo (Quimera). Observemos el tema con la circunstancia mundial de la lucha contra las drogas.

El hombre ha buscado de manera insaciable, una forma de reducir sus atribuladas cargas, por la búsqueda de muchos caminos. La familia, el amor, la religión, actividades sociales, deportes, y demás aspectos, con el ánimo de encontrar  algo de felicidad, fuerza física o simplemente que lo distancie del mundo real. Desde los egipcios y sus aspiraciones de flores rituales (parientes de las amapolas), pasando por los orientales con el hachís, hasta nuestros ancestros aborígenes con la rumia de la hoja de coca. La sociedad ha permitido gradualmente el trato social para algunas otras sustancias que cumplen con los mismos propósitos, como el alcohol y el tabaco, pero las drogas alucinógenas han existido, permanecen y seguirán existiendo mientras el hombre pise la tierra.

La lucha antidroga ha fracasado rotundamente, en especial la planteada por el gobierno de Estados Unidos. Los países productores continúan con fumigaciones y aspersiones dañando los suelos fértiles, contaminando las fuentes de aguas, y generando más daños colaterales a sus habitantes, como desplazamiento, conflicto armado, corrupción, desempleo, y analfabetismo entre otros, para no encontrar resultados en el panorama mundial, pues el consumo sigue igual. Lo peor, es que sus propios habitantes han caído en el consumo. Las grandes potencias, consumidoras en todo el sentido de la expresión, han agotado sus planes de prevención, y ahora solo se preocupan realmente por un problema de divisas. El precio de la heroína en una calle de New York, es el mismo hoy que el del año pasado. La teoría de la oferta y la demanda no miente, si la guerra al narcotráfico tuviera resultados positivos, los precios en la calle de cualquier droga en norte América o Europa serian verdaderamente astronómicos.
Todo lo anterior, sin contar con las nuevas drogas sintéticas, de bajo costo de producción y riesgo de control, pues no necesitan de la base prima que se adquiere en los países tercermundistas, pero que son más agresivas para el organismo.

Hay un supuesto muy de moda en especial en algunos senadores yupis de Bogotá, sobre que si la producción de drogas se legaliza, se acabaría con el narcotráfico, y el problema de la adicción podría llegar hacer controlable. La experiencia  desmiente esta idea. A excepción de Holanda, todos los Estados que han experimentado esquemas de legalización han regresado a sus anteriores esquemas prohibicionistas. La causa: la epidemia de adicciones que han surgido como resultado de poner al alcance de todos sustancias que modifican ampliamente la conducta humana. En Suiza, un parque llamado Platzpitz, se definió como lugar de tolerancia para usar drogas. En 1987 tenía 300 visitantes permanentes. Para 1992, eran 20 mil. En 1993 tuvieron que cerrar el parque, como única forma de acabar con el lastimoso espectáculo de gente inyectándose y drogándose a toda hora

No es coherente como se habla en algunos sectores sociales,  el usar el esquema de la fiscalización, para hacer que los consumidores de drogas paguen impuestos en su consumo, como ocurre con el alcohol y el tabaco. Hacer a una economía dependiente de los impuestos generados por el consumo ciudadano de drogas que acaban con la iniciativa individual y alientan el comportamiento violento es francamente macabro he inútil, pues el alcoholismo y el tabaquismo siguen en aumento en especial entre los jóvenes y sin importar los altos costos de adquisición.

Belerofonte, únicamente dos herramientas. Educación preventiva desde las aulas y el entendimiento del problema como de salud publica, y no como un compromiso con los países consumidores. Por ahora la Quimera sigue ganando, expandiendo sus fuerzas. Lo peor son las quimeras de soluciones planteadas por nuestros representantes en el alto gobierno que solo traen mas guerra, desempleo y especialmente infertilidad de nuestros campos.

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