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¡Basta ya!

Sample ImagePor: Alberto Rafael Cotes Acosta

"En un país bien gobernado debe inspirar vergüenza la pobreza.
En un país mal gobernado debe inspirar vergüenza la riqueza"
CONFUCIO

Me encontré hace unos días con un amigo, colega para más señas, a quien en medio de la conversación le pregunté qué estaba haciendo, a lo que me respondió que tenía varios contratos millonarios, lo que le aseguraba un muy seguro porvenir, extrañado por la magnitud de los contratos que me señalaba (algo debió notar en mi semblante) le atiné a preguntar que como había hecho para involucrarse tan fuertemente en la contratación pública, a lo que me respondió: “La política tiene dos facetas, una la que tu representas de los ideales y la doctrina que busca un sueño, y el otro que son los negocios, yo estoy en los negocios”.

Me he venido preguntando desde entonces si soy un iluso. Pero al escribir estas líneas refuerzo mi convicción de que no, no soy un iluso, yo sigo creyendo que se debe gobernar de otra forma, que si bien uno gobierna con los amigos, no es para hacer “negocios”, sino para desde el gobierno implementar medidas, a través de leyes, acciones, políticas que busquen el beneficio común, así de simple, así de iluso tal vez, así de soñador quizás, pero pienso que ese es el propósito del liberalismo en su esencia, por algo ha sido llamado “El Partido del Pueblo”.

No podemos seguir siendo gobernados en la forma en que venimos siendo gobernados. No puede ser que nuestros dirigentes sigan dando el pobre espectáculo, el mal ejemplo que están dando: “El camino fácil, es el camino”; por lo menos eso no fue lo que mis padres me enseñaron, y no es ni mucho menos, lo que trato de enseñarles a mis hijos.

Mientras nuestra economía se derrumba, mientras el desempleo está en el 14 %, la informalidad (que también es desempleo) en el 30% ó 40 %, y nuestros ministros siguen diciendo que todo está bien, mientras se crean desde el alto gobierno “subsidios” para los que tienen, mientras que a los que no tienen se les quita todo, mientras este gobierno mira con desprecio a los pobres, y les vive pidiendo sacrificios, o los sacrifica en los campos y en los lejanos poblados para después presentarlos como trofeos y llamarlos eufemísticamente “falsos positivos”, mientras no tengamos la mayoría acceso a la salud con calidad y eficiencia, y ahora tengamos que vender nuestro carro viejo o la casita, o entregar hasta la cesantía para costearnos una enfermedad de alto costo; mientras no tengamos derecho a Educación y cada día sea más difícil poder costear el estudio de nuestros hijos; mientras nuestros gobernantes sigan en concubinato con las mafias, o armen sus propias mafias para enriquecerse a costilla del esfuerzo de la mayoría de los colombianos; mientras todo eso suceda, este país es inviable.

Nuestros mandatarios, los que nosotros elegimos, no los elegimos para que hagan “negocios”. Entre otras cosas, ellos son nuestros empleados, están a nuestro servicio, y no tenemos que arrodillarnos para que nos tiren migajas. No, no señor, están ahí, fueron puestos ahí por nosotros, para que cumplan con su deber, para que nos den a todos la posibilidad de tener oportunidades: Oportunidades de empleo digno y bien remunerado, de salud, de educación, de recreación, de bienestar. No están para volverse ricos ellos o volver ricos a sus hijos en un abrir y cerrar de zona franca, o para que sus amigos se vuelvan de la noche a la mañana en los triple constructores de vías o de cualquier otro tipo de obras públicas.

Ese es el cáncer que nos mata como sociedad, eso es lo que nos tiene sumidos en esta desvergüenza de ver como en la Casa de Nariño entran como Pedro por su casa, a escondidas, a hurtadillas los más peligrosos criminales a conspirar contra ciudadanos honestos de nuestra nación; ese es el caldo de cultivo para la violencia, para la guerrilla, para los paracos, para todos los males que nos aquejan. Ese es el ejemplo que le estamos dando a las nuevas generaciones, el del poder de las mafias, el del poder del dinero corruptor, el del poder de los medios, de las encuestas, de las mentiras, de la falta de dignidad como nación, como medio para hacernos ricos. ¿Vale la pena? Pregunto yo. Vale la pena, pasar por encima de la dignidad, del decoro, de la honradez, de nuestra naturaleza como seres humanos para ser más ricos, más poderosos. No lo creo, yo no creo que valga la pena.

Lo que necesitamos es un país más justo, en donde cada ciudadano sienta como suya la desgracia o las bendiciones de su vecino, de su prójimo, en donde entre todos construyamos una sociedad incluyente, que tenga en cuenta a todos, en donde los menos favorecidos por sus condiciones económicas, sociales o cualquiera que ellas sean, tengan también la oportunidad de sentirse CIUDADANOS. En donde todos tengamos la oportunidad de progresar en la medida de nuestras capacidades, en donde no haya más miseria, en donde no se mueran los ciudadanos en la puerta de los hospitales, en donde el trabajo sea reconocido en su justa proporción, en donde los que más tienen paguen por lo que tienen y ayuden a sostener las políticas necesarias para los que menos tienen o no tienen nada, en donde los niños no se salgan de las escuelas para ir a buscar el sustento de sus casas, en donde los jóvenes en vez de tomar un fusil puedan tomar una carrera universitaria o una tecnología que les permita luego trabajar y construir un mejor país; en donde tengamos el derecho de protestar por lo que no nos parece bien sin que seamos calificados como subversivos.

Todo eso, estoy convencido lo conseguimos con el Partido Liberal, ese es el camino creo yo. Porque a través de 200 años de historia lo ha demostrado; porque sus ejecutorias en esta República saltan a la vista, porque por ese Partido tenemos los colombianos las libertades que tenemos hoy, el derecho al voto de las mujeres, el derecho a asociarse los trabajadores, el derecho a la salud de los pobres (SISBEN), el derecho a la Educación Universal (SENA); porque ha sido ese Partido el que siempre ha sacado la cara por las clases menos favorecidas, porque ese ha sido el Partido  de las mujeres cabeza de familia, de los campesinos, de los estudiantes, de las amas de casa, de los trabajadores.

¡Basta ya! Dirigentes de medio pelo. ¿Cuál es el miedo? Vamos para adelante, a conseguir los votos para ganar las elecciones, a despertar el favor del pueblo, a convencerlos con nuestras propuestas de un país más justo. ¿Cuál es el miedo? ¿Por qué salir como locas arrepentidas a entregar nuestras banderas? PARDO PRESIDENTE.

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