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El éxito del gobierno Petro frente a una oposición sin argumentos: entre la transformación real y el miedo al cambio

En el fondo, el verdadero temor de la oposición no es la improvisación ni el supuesto caos, sino la posibilidad de perder el control del poder y de los recursos que por décadas han administrado a su antojo

Muy a pesar de los excelentes resultados alcanzados por el gobierno del presidente Gustavo Petro en distintos frentes —como la economía, la estabilidad de la moneda, la reducción de la inflación y del desempleo a cifras históricas—, persiste una oposición que parece más interesada en atacar que en proponer. 

Los logros del Ejecutivo son palpables 

El aumento del poder adquisitivo de los trabajadores, el crecimiento del turismo, la recuperación de la infraestructura férrea, y el incremento de las divisas generadas por la agricultura, que han alcanzado niveles récord. 

Sin embargo, nada de esto parece suficiente para una oposición que insiste en descalificar cada acción de gobierno bajo etiquetas vacías como “improvisación”, “estigmatización” o “caos ministerial”.

El argumento de la improvisación resulta débil cuando se contrastan los hechos con los discursos. 

Lo que el gobierno Petro ha impulsado no son pasos improvisados, sino transformaciones estructurales orientadas a desmontar viejos modelos de poder que por décadas beneficiaron a una élite política y económica. 

Los cambios en la política social, energética y laboral han sido el resultado de un plan coherente, basado en la justicia social, la sostenibilidad y la inclusión. Llamar improvisación a la voluntad de cambio es, en realidad, una forma de negar los avances que incomodan a quienes temen perder privilegios.

Llaman estigmatizar a la denuncia por corrupción 

Del mismo modo, acusar al gobierno de “estigmatizar” cuando denuncia la corrupción y la politiquería es un intento de blindar a quienes durante años saquearon el Estado bajo el manto de la impunidad. 

Las denuncias que a diario salen a la luz no provienen del capricho presidencial, sino de una política clara de transparencia y rendición de cuentas. La vieja clase política —hoy convertida en oposición— se siente amenazada porque sabe que las prácticas que por años consideraron “normales” ya no tienen cabida en el nuevo modelo de gobierno.

En cuanto al llamado “caos ministerial”, las críticas ignoran las razones de fondo

Es cierto que la rotación de ministros ha sido más alta que en administraciones anteriores, pero esto responde, por un lado, al esfuerzo del presidente por construir consensos y acuerdos para sacar adelante sus reformas desde el Congreso —un esfuerzo constantemente saboteado por la oposición—, y por otro, a su compromiso con la ética pública. 

Petro ha demostrado que no tiembla la mano a la hora de pedir renuncias cuando surgen dudas sobre la integridad de un funcionario o sobre su compromiso con los principios del cambio.

Realmente a qué es lo que temen? 

En el fondo, el verdadero temor de la oposición no es la improvisación ni el supuesto caos, sino la posibilidad de perder el control del poder y de los recursos que por décadas han administrado a su antojo: los fondos de salud en manos de las EPS, el sistema pensional, las tarifas energéticas, los peajes y demás tributos privatizados bajo el neoliberalismo. 

Por eso atacan con tanto fervor, porque saben que este gobierno está transformando de raíz el país y desmontando los privilegios de una clase que teme perderlo todo ante el avance del cambio.


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