
Diversos analistas políticos han manifestado su preocupación frente a la situación que atraviesa el progresismo colombiano, especialmente en el marco de la definición de los candidatos que participarán en la consulta interna del Pacto Histórico para conformar las listas al Congreso de la República.
La alerta se centra en la ausencia de un discurso unificado y coherente que ponga en el centro del debate la defensa y promoción de las reformas sociales impulsadas por el gobierno del presidente Gustavo Petro, las cuales han encontrado fuertes resistencias en un Congreso mayoritariamente opositor.
Se puede perder el sentido de las luchas
Según los analistas, las actuales disputas electorales dentro del Pacto Histórico reflejan una peligrosa tendencia a priorizar intereses personales, rivalidades regionales y estrategias de autopromoción por encima del proyecto político común.
En lugar de fortalecer la narrativa de cambio y justicia social que dio origen al movimiento, algunos precandidatos parecen enfocar sus esfuerzos en construir una imagen individual, recurriendo al paisanaje, a la popularidad en redes sociales o a temas secundarios que desvían la atención del objetivo fundamental: consolidar una bancada comprometida con la aprobación de las reformas sociales.
¿Qué es lo que preocupa?
La principal preocupación radica en que, si el Pacto Histórico pierde el eje de su discurso, podría diluir su identidad y su capacidad de movilizar a la ciudadanía en torno a las transformaciones que el gobierno propone.
Las reformas laboral, pensional, de salud y educativa —pilares del programa progresista— requieren no solo respaldo político en el Congreso, sino también un trabajo pedagógico con las comunidades.
Los analistas insisten en que el electorado necesita claridad sobre quiénes son los candidatos que realmente defienden el proyecto de cambio y están dispuestos a sostenerlo con argumentos sólidos y coherencia ideológica.
¿Cuál es el reto del progresismo?
De acuerdo con estas voces, el reto del progresismo no consiste únicamente en ganar curules, sino en construir una bancada sólida, disciplinada y comprometida con las banderas del gobierno.
Esto implica seleccionar candidatos con formación política, capacidad de comunicación y vocación de servicio público, alejados de los intereses clientelistas o del cálculo electoral de corto plazo.
La ciudadanía espera de ellos representantes que impulsen las reformas desde el Congreso y que rindan cuentas sobre su gestión, no intermediarios que respondan a grupos de presión o a contratistas de ocasión.
En ese sentido, los analistas advierten que el Pacto Histórico debe retomar el espíritu colectivo que lo llevó a ser una fuerza política determinante en el país.
La unidad en torno a las reformas sociales y el fortalecimiento del discurso progresista son esenciales para mantener la confianza de los sectores populares y de la clase media que respaldaron el proyecto del cambio.
El mensaje es claro
El progresismo no puede permitir que la dispersión interna ni las ambiciones personales desvíen su propósito histórico. La prioridad debe ser construir una bancada coherente, pedagógica y comprometida con la transformación social que demanda Colombia.
Solo así podrá sostenerse la esperanza que dio origen al actual proceso de cambio político.





