En medio de una de las oposiciones más hostiles que ha enfrentado un gobierno en Colombia, el presidente Gustavo Petro ha demostrado que, a pesar del ruido, las zancadillas institucionales y el sabotaje mediático, el país puede avanzar.
Lo han llamado «caos«, han intentado convertir su estilo en una amenaza y sus reformas en errores, pero los resultados hablan por sí solos. Analistas independientes lo han resumido con claridad: si este es el caos, bienvenido el caos.
Petro avanza en temas de fondo
A Petro le ha tocado gobernar con minorías en el Congreso, con una prensa que invisibiliza sus logros y con sectores políticos profundamente incómodos por los cambios sociales que promueve.
Sin embargo, ha logrado avanzar en temas de fondo que por décadas estuvieron estancados. La reforma pensional, por ejemplo, ya es una realidad, devolviéndole la esperanza de una pensión digna a millones de colombianos, al tiempo que mejora la protección económica de los adultos mayores a través de un esquema de pago diferenciado. Esto representa uno de los avances sociales más importantes de los últimos años.
En el mismo camino, la reforma laboral busca reparar los derechos arrebatados a los trabajadores durante los gobiernos anteriores, especialmente bajo el uribismo.
En materia agraria, Petro ha entregado más de 440 mil hectáreas de tierra fértil a campesinos desplazados por la pobreza y el conflicto, superando con creces lo logrado por sus antecesores. El hambre también ha sido enfrentada con decisión, sacando a 2,5 millones de personas de la inseguridad alimentaria.
Infraestructura, turismo y economía
En cuanto a infraestructura y economía, se ha iniciado la reactivación de la red férrea, aumentando las posibilidades de desarrollo regional sostenible.
El país ha experimentado un crecimiento económico real, acompañado de un aumento histórico en el acceso al crédito para sectores excluidos, con más de 55 billones de pesos prestados a personas y pequeñas empresas que antes no accedían al sistema financiero.
El turismo también ha crecido, y se logró aprobar una reforma al Sistema General de Participaciones que mejora la distribución de recursos públicos.
A pesar de estos avances, la oposición sigue enfocada en lo superficial
El estilo personal del presidente, sus discursos, sus tweets. Lo acusan de generar «caos«, cuando el verdadero caos fue precisamente el que dejó la clase política tradicional.
La persecución a su gabinete, la exagerada cobertura mediática de cualquier debilidad y el ocultamiento sistemático de los logros del gobierno revelan una estrategia clara de sabotaje.
El golpe de estado
El colmo de esta ofensiva fue el desfile de congresistas opositores en Estados Unidos, buscando el respaldo de figuras de la ultraderecha para presionar sanciones internacionales contra Colombia.
Este intento absurdo terminó estallando con el escándalo del presunto intento de golpe de Estado en el que se menciona a figuras como Álvaro Leyva y Vicky Dávila. Un episodio que raya en lo ridículo de la oposición, pero que demuestra hasta dónde están dispuestos a llegar.
La lucha de Petro contra la corrupción enquistada en las instituciones también ha sido un frente difícil.
Cada ex ministro o líder opositor removido del camino ha tenido detrás un contrato millonario o un privilegio en juego. Casos emblemáticos como el intento de sacar a la cuestionada empresa Thomas Greg & Sons de los negocios electorales y de pasaportes, o la confrontación directa con las corruptas EPS, muestran que el gobierno no está dispuesto a seguir siendo cómplice del saqueo institucional.
El caso de las EPS es emblemático.
Han desviado más de 30 billones de pesos sin consecuencias, mientras la oposición y los grandes medios atacan al gobierno por intentar quitarles el manejo de los recursos públicos a través de una reforma que ha sido bloqueada.
Petro ha pagado un precio político alto por defender los recursos del sistema de salud, incluyendo la pérdida de mayorías en el Congreso y una campaña de linchamiento mediático sin precedentes.
Así las cosas, queda claro que lo que la oposición llama caos, en realidad es transformación. Un estilo distinto, sí, pero con resultados concretos. Y si eso es el caos, como dicen los analistas: bienvenido el caos.
