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Qué hace Isaac Gilinski en Naciones Unidas – Por: Cecilia López M

Como lo anuncian los medios de comunicación, Isaac Gilinski será el nuevo embajador alterno de Colombia ante Naciones Unidas.

Qué hace Isaac Gilinski en Naciones Unidas – Por: Cecilia López M

El gobierno y el Centro Democrático le pagan el favor a los Gilinski por la entrega de ´Semana´ a defender lo indefendible de las actuaciones del presidente Duque

Como lo anuncian los medios de comunicación, Isaac Gilinski será el nuevo embajador alterno de Colombia ante Naciones Unidas.

Su hoja de vida lo describe como un empresario muy cercano al ex presidente Uribe, fue su embajador en Israel, y un hombre muy poderoso en el sector financiero colombiano, miembro de junta de las instituciones más representativas de esa actividad. 

Por ello la primera pregunta que surge para quienes sabemos que las Naciones Unidas es el foro de los gobiernos donde se debaten grandes temas mundiales, es qué hace una persona con este perfil, muy valorado en el mundo de las finanzas, pero cuya experiencia no parece ser la que se requiere ni para los dramas mundiales y menos para los de los colombianos.

Obviamente su nombramiento no es para financiarle una vida fácil en Nueva York porque tiene los recursos personales para hacerlo sin tener que sobrevivir a muchos de los debates que sin duda le parecerán eternos y muy aburridos.

Tampoco se trata de elevarle el perfil a nuestra delegación ante ese organismo internacional, porque su experiencia no es precisamente la que se requiere en ese escenario.

¿Será que no había nadie de esa destrozada carrera diplomática tan subestimada por este gobierno, que pudiera ocupar esa vacante?

Con absoluta seguridad la respuesta es negativa porque mucha gente valiosa, entrenada para esas lides, sigue a la espera de un gobierno que reconozca el inmenso desperdicio de arrinconar expertos en temas internacionales, simplemente por usar la diplomacia como premio a quienes el gobierno o sus poderosos líderes, le deben favores.

Para ser justos no es ese el primer caso en que se nombra un personaje como Gikinski en un alto cargo diplomático.

Ha habido muchos, que además ni siquiera trabajan, pero que sí se benefician al ser diplomáticos, por ejemplo, de no tener que pagar impuestos.

Parecería demasiado mezquina esa razón para justificar al nuevo flamante embajador alterno ante Naciones Unidas.

Pero por la forma como especialmente el presidente Duque ha acabado con la diplomacia colombiana nombrando gente por las razones equivocadas, no sorprendería que este tema tuviera un atractivo para que Gilinski aceptara tan honroso nombramiento.

Pero la verdadera razón es otra: es la forma como el gobierno Duque y el Centro Democrático le pagan el favor a los Gilinski por la entrega total de la revista Semana a defender lo indefendible de las actuaciones del presidente Duque y de su gobierno.

Lo que más sorprende es que otros nombramientos similares en otras administraciones se han manejado con cierto pudor, medio escondidos y en cargos obviamente menos visibles, pero el presidente Duque ni siquiera tuvo esa delicadeza.

Se sienten como lo ha demostrado en muchas de sus actuaciones, que le importa muy poco lo que opine el país. Actúan, él y su equipo, como dueños de este pobre país que parece resignado a estos maltratos a su democracia.

Pero en este caso no es solo el tema nacional lo que está en juego sino la imagen internacional de Colombia, esa que sí nos importa a los ciudadanos de este país.

Qué pensará la diplomacia internacional, la cancillería seria de algunos de nuestros vecinos, sobre esta forma descarada de comprar medios de comunicación entregando la imagen del país nada menos que en foros como Naciones Unidas.

Lo peor es que son tan frecuentes los atropellos de este gobierno a los millones de colombianos que ya cada nuevo acto desproporcionado como este, pasa desapercibido porque se han agotado probablemente no solo la paciencia sino también la energía para pelear todos los días frente a las decisiones de este gobierno que actúa como una dictadura.

Sí, nos da miedo reconocerlo porque esa palabra no figura en nuestro léxico porque todavía nos sentimos orgullos de ser la democracia más antigua de América Latina.

Pero precisamente para mantener vigente ese orgullo, miremos con ojo crítico lo que nos está pasando.

Este nombramiento, o mejor esa compra de opinión, es una muestra muy peligrosa de los ataques a un sistema de gobierno en donde no se cuida la imagen de un país.

Y lo peor es que alguien que no lo necesita como Isaac Gilinski acepte un cargo, entre otras por ser parte de una de las familias más ricas de este país y porque ya le entregaron Semana al gobierno Duque.

Pero parecería que muchos han perdido el pudor y el sentido de las proporciones.

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