Tuve el privilegio de vivir en mi niñez en la ciudad de Barranquilla, en compañía de mis abuelos y la verdad, jamás volví a ver en mi vida una ciudad más alegre, rumbera y feliz como la llamada «Puerta de Oro de Colombia».
Recuerdo que cuando llegué por primera vez me tocó – prácticamente – volver a aprender hablar español», porque en Barranquilla llaman a las cosas muy diferente a como las conocemos en Barrancabermeja.
Es el llamado «español barranquillero».
Al ventilador le dicen «abanico» – Al banano le dicen «guineo» – Al lavadero de ropa le dicen «batea».
A las maras les dicen «bolitas de uñita».
Al vikingo le dicen «boli».
A las tapas de gaseosa les dicen «checas».
Al peso de la moneda colombiana le dicen «barra».
Al salpicón le dicen «tuti fruti».
A una amistad le dicen «llaveria».
Al loco le dicen «sollao».
A una mujer linda le dicen «bollito».
A la cerveza le dicen «fria».
Al campesino le dicen «corroncho».
A alguien grande le dicen «tramoyuo» – A los frijoles les dicen «guandu» – A las ancianas les dicen «niña» (Niña Ema … Niña Blanca … Niña Olga)
Al hambre le dicen «filo».
Y para cerrar con broche de oro, los barranquilleros, al culo lo llaman «jopo» y al pene lo llaman «mondá».
Para un currambero de esos de carnaval, sancocho, dominó y frías en la esquina (típico de Rebolo), una afirmación como “ese jovencito ha estado todo el día descalzo” sonaría a una expresión auténticamente «cachaca», comparada con la expresión barranquillera que dice lo mismo, pero en lenguaje ‘curramba’: –»Eche … ese pelao se la ha pasao todo el día a pata pelá».
De Barranquilla guardo los mejores recuerdos, su gente alegre, sus brisas decembrinas, los disfraces en el carnaval, la batalla de flores, su arroz de lisa, las butifarras y el bollo de yuca, las competencias entre los picoteros, su Junior el equipo de fútbol y ese ambiente fiestero inolvidable. Nunca lo he visto en otra ciudad del mundo.
Cuando salí de Barranquilla, que ya iba por el puente Pumarejo rumbo a Ciénaga (Magdalena), se me salieron las lágrimas de la nostalgia. Sabía que no iba a volver.
Si no conoce Barranquilla, visítela en época de carnaval.
Los barranquilleros dicen que: «quien lo vive es quien lo goza».
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