Los campamenteros: una comunidad en vía de extinción.
Por: Pedro Severiche Acosta.
Atraídos por la nostalgia, poco a poco fueron llegando el pasado sábado 10 de septiembre al auditorio del Centro Popular Comercial, (ubicado en los antiguos predios de la Calle Ancha), los vecinos del desaparecido barrio de Los Campamentos de Barrancabermeja. Se extendieron un centenar de tarjetas y, muy juiciosos, la mayoría de los invitados acudieron a su cita con el pasado.
El anfitrión, Fernando Acuña, presidente de la Corporación Memoria y Patrimonio, estaba que no se cambiaba por nadie. —»Ese nunca aguantó hambre porque el papá tenía un túnel que lo comunicaba con el casino y por allí sacaban la comida»—, recordó un miembro de la familia Villa, vecinos de Los Campamentos, quizás el primer barrio organizado del puerto petrolero. Hacía referencia a la familia de Acuña.
Acuña nos dice que «la entidad que preside tiene la intención de conservar la memoria de la historia local». —»En el caso de Los Campamentos hemos resuelto hacer un reencuentro de los pobladores del barrio con el fin de que ellos cuenten sus historias, nosotros recepcionárselas y poder trasmitírselas a las nuevas generaciones»—, explica el Presidente los motivos de la reunión de los campamenteros.
Según el historiador, «con el encuentro se busca en la fuente la raíz de la historia, de los que la hicieron». —»El más joven de los asistentes tiene 65 años»—, comenta Acuña. Y agrega emocionado: «Aquí podemos hallar las razones de nuestra identidad».
Un auditorio canoso.
El auditorio del CPC, una hora después de iniciada la reunión, está poblado de canas y bastones, al igual que de miles de años reunidos entre todos los campamenteros vivos, una especie en vía de extinción. Esa es una población que cada día decrece, cada día son menos. Por eso la nostalgia los tiene atrapados. —»Hemos decidido fijar una fecha para encontrarnos todos los años»—, sostiene orgulloso Fernando Acuña.
«Viendo la alegría de todos estos veteranos sabemos que para ellos también es importante volverse a encontrar después de 50 o 60 años de ausencia entre ellos mismos», precisa el historiador.
¿Dónde estuvo ubicado el barrio Los Campamentos?
El barrio Los Campamentos comprendió un área desde el colegio de la USO hasta Telecom y desde Telecom hasta donde hoy está Copetrán, y de allí a la Avenida del Ferrocarril. Todo ese globo fueron Los Campamentos.
Eran viviendas de familias de los trabajadores petroleros y también las habitaciones de los obreros solteros de la compañía, Troco, Intercol y luego Ecopetrol. El nombre Los Campamentos nace de allí, porque eran viviendas para casados y solteros.
El barrio contaba con todo. Las calles eran pavimentadas, agua, luz, teléfono, gas. Todo gratis. Sus vecinos eran toda una elite. Había una malla que separaba a Los Campamentos del resto de los mortales. —»Teníamos celadores y toda la cosa»—, comenta un miembro de la familia Gutiérrez.
Fuera de esa malla de Los Campamentos estaba la real Barrancabermeja, con calles polvorientas, sin agua, sin luz, sin nada. Las casa del común eran de madera y con todos los males habidos y por haber.
Dentro del barrio de Los Campamentos se contaba con un puesto de salud y hasta con un comisariato, que era de donde, según los Villa, los Acuña se sacaban las vituallas.
El barrio comenzó a demolerse a raíz de que se construyó el barrio El Parnaso y los trabajadores fueron comprando su casa allí. Cada vez que una familia se mudaba para El Parnaso, la casa que dejaba en Los Campamentos se tumbaba. Demoró ese proceso unos cuatro años. Desde 1963 a 1967. Sin embargo quedaron unas cuantas casas que se llamó El Tanque 85 que es donde está el colegio de la USO, una muestra de la arquitectura del barrio de Los Campamentos. Los últimos pobladores quedaron ahí hasta la década del setenta. Ese lugar se conserva como patrimonio histórico de la ciudad.
Reconstruyendo sueños.
Lo sorprendente de la reunión de los campamenteros fue la manera como varios de ellos se dedicaron a reconstruir sus sueños. Jairo Caruso, por ejemplo, con una técnica especial dibujó cada sector del barrio. La finesa de su dibujo y la exactitud de los detalles de cada lugar dejan con la boca abierta a quienes conocen su trabajo.
Por su parte Ángel Martínez levantó, a punta de memoria, los planos del barrio. —»Son planos hablados»—, nos explica. —»No son exactos, yo he ido al Agustín Codazzi y allí no hay nada y en Planeación Municipal tampoco hay nada»—, indica Martínez de quien no alcanzo a saber si es arquitecto o no. Dice que hace unos nueve años comenzó este trabajo de reconstruir el sueño de Los Campamentos, «pero desgraciadamente se murió mi papá que era el que me ayudaba», dice con tristeza.
Cotimba y La Shannon.
En Los Campamentos estaba la cancha de futbol conocida como la Shannon en honor e uno de los directivos de la Tropical Oil Company. En esa cancha se escribieron páginas inolvidables. Así nos lo recuerda Luis Alfonso Alean, más conocido como «Cotimba». Un jugadorazo de fútbol que llegó a la reunión de los campamenteros de saco y corbata.
Cotimba vivió en Los Campamentos desde principios del siglo pasado. —»Nosotros éramos niños cuando todos los clubes que tenían equipos aquí en Barrancabermeja jugaban en la Shannon»— recuerda con tristeza. Nos dice que su futbol lo llevó hasta el Cúcuta Deportivo. —»Yo estuve en la pesada»—, comenta y se ríe dejando ver que ya no tiene dentadura.
Arnulfo, el maestro.
Hablar de los campamentos y no hablar del maestro Arnulfo López es una tontería. A él lo abordamos una vez llegó al sitio de la reunión.
—»Los campamentos eran muy agradables porque Barrancabermeja era un pueblito abandonado y lo único bueno que había era ese barrio»—, comenta el maestro.
Recuerda como anécdota «las guerras a piedra entre los pelaos de los Campamentos y los pelaos de Veinte Cuartos o los pelaos de la Calle del Comercio».
Al preguntarle quién tumbó la malla que separaba a la ciudad de Los Campamentos, dice que fue el alcalde Pedro Nel Ardila, —»y lo hizo de noche porque pensó que de día no lo iban a dejar y eso le costó el puesto de Alcalde»—, dice Arnulfo.
Describiendo Caruso.
Vale destacar la forma como Caruso describió cada uno de los lugares que levantó con la magia de su pincel:
«En la casa de este lado, hacia ustedes, vivía Juan Arepa, en la casa primera de acá».
«En este otro lugar trabajaba el zapatero Leonidas».
«Esta es la entrada a Los Campamentos por la parte de la Plaza de Mercado y en la primera casa vivía la familia Rúgeles, en la segunda don Pedro Quintero, y el celador era Rozo Mantilla y en seguida vivía la familia Mármol».
«En una de las casa de bahareque vivía don Marco A Gómez que era un entrenador de basquetbol».
«Este era el club Infantas».
«Al frente estaba el comercio de la ciudad que comenzaba desde la Reforma para abajo hasta el hospital y de ahí seguía hasta el parque Infantil. Yo creo que era la cuadra más larga de Colombia porque tenía como tres kilómetros».
El amor no se hace.
Lo cierto es que no doy abasto a entrevistar a tantos personajes simples que allí se han dado cita atraídos por el imán de la nostalgia. Pero todos coinciden en algo maravilloso: fueron felices en Los Campamentos. Si el Paraíso existe estuvo ubicado allí, diría yo.
Uno de ellos me dice que en una pieza vivían hasta 9 miembros de una sola familia. Le pregunto a uno de ellos de si alguna vez vio a sus padres haciendo el amor en ese estrecho lugar y me responde:
—»Haciendo el amor no, jopiando sí»—.
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PEDRO SEVERICHE ACOSTA es un columnista de Barrancabermeja Virtual que usted puede ubicar en el celular 320-802-7956 o en el correo electrónico: [email protected]