
De no creer. En una jornada que movilizó a más de 2.7 millones de personas, la ex ministra Carolina Corcho obtuvo 678.962 votos en la consulta del Pacto Histórico del pasado 26 de octubre.
Una cifra contundente que la posicionó como la segunda más votada en la contienda presidencial interna, solo detrás de Iván Cepeda, y que, según los acuerdos previos, la habilitaría para encabezar la lista al Senado en 2026.
Sin embargo, hoy los directivos del Pacto Histórico (que no son más que la rosca de la Pizarro) se debaten – según la misma Pizarro – entre su nombre y el de María José Pizarro, quien ni siquiera participó en la consulta.
La indignación no se ha hecho esperar.
Militantes, líderes de base y figuras como el representante Alfredo Mondragón han alzado la voz para exigir que se respete el mandato popular.
“La consulta del Pacto es un compromiso con el pueblo constituyente”, afirmó Mondragón, quien fue el más votado para la Cámara en esta misma jornada. “Si el acuerdo era que la segunda votación presidencial encabezaría la lista al Senado, debemos cumplirlo”.
Carolina Corcho, por su parte, ha mantenido una postura firme pero serena.
“Sigo defendiendo el voto popular y el esfuerzo de quienes competimos con trabajo y compromiso”, declaró. Recordó que se inscribió bajo reglas claras, firmadas públicamente por los precandidatos que se opusieron al “bolígrafo” y defendieron la consulta como mecanismo democrático.
“Me sorprende que ahora exista otro acuerdo para que otra persona encabece la lista”, añadió.
Una contradicción ética y política
La controversia se agudiza porque María José Pizarro, quien abandonó su precandidatura presidencial antes de la consulta, ahora aparece – según la misma Pizarro – como opción para liderar la lista al Senado.
Para muchos, esto representa una contradicción ética y política.
¿Cómo puede alguien que no se sometió al voto popular pretender ocupar el primer lugar en la lista cerrada, desplazando a quien sí lo hizo y obtuvo una votación histórica?
La militancia del Pacto Histórico ha sido clara
No se puede pisotear la voluntad de casi 700 mil personas. La democracia interna no puede ser un adorno ni un simulacro.
Si se pactó que la consulta definiría el orden de las listas, ese pacto debe cumplirse. De lo contrario, se corre el riesgo de repetir los vicios de la vieja política que el Pacto prometió superar.
Más allá de nombres, lo que está en juego es la credibilidad del proyecto progresista.
En un momento en que la unidad es vital para enfrentar a la extrema derecha, las ambiciones personales no pueden imponerse sobre el mandato ciudadano.
La consulta fue clara, los votos hablaron, y Carolina Corcho debe encabezar la lista al Senado. No hay nada que decidir: respeten la democracia, respeten al pueblo.





