
La reciente columna de Ana Bejarano en la Revista Cambio ha generado controversia al plantear una comparativa entre el presidente Gustavo Petro y el mandatario estadounidense Donald Trump.
En su crítica, Bejarano sugiere que Petro está tomando un camino hacia la autocracia, comparándolo con Trump, quien, según su interpretación, representa una figura autoritaria y peligrosa.
Sin embargo, esta visión se muestra no solo errónea, sino también cargada de un sesgo absoluto, uno que parece desinformado o, quizás, malintencionado.
Bejarano afirma que tanto Trump como Petro comparten una misma tendencia hacia el autoritarismo, sin hacer distinción alguna entre sus contextos políticos, sus trayectorias o sus métodos.
A esta crítica, se le puede responder con claridad
Comparar a ambos es un error flagrante y sólo refleja la falta de entendimiento sobre las diferencias fundamentales entre un autócrata y un reformista.
Es bien sabido que Donald Trump intentó permanecer en el poder a toda costa, desconociendo los resultados de las elecciones de 2020, promoviendo un violento asalto al Capitolio y tratando de manipular el sistema judicial para su beneficio personal.
Trump no solo no respetó las reglas del juego, sino que también buscó desmantelar las instituciones democráticas. Su admiración por dictadores y su defensa de la violencia política son claros indicios de sus intenciones autocráticas.
Por el contrario, Gustavo Petro ha sido elegido democráticamente por el pueblo colombiano.
Su propuesta de reformas sociales no surge de un intento de consolidar poder, sino de la necesidad de transformar un modelo económico y social excluyente. Petro no ha censurado a los medios de comunicación, ni ha perseguido a jueces o a opositores políticos, algo que sí caracteriza a Trump.
A diferencia de Trump, quien actúa por revancha y miedo a la justicia, Petro lo hace por una causa política legítima: construir una Colombia más justa, inclusiva y sostenible.
Además, Bejarano omite el hecho de que Petro ha sido claro en su lucha por la transición energética, la paz y la inclusión social.
¿Es acaso esto un comportamiento autocrático?
Es difícil sostener esa afirmación sin caer en una clara falta de análisis y, en muchos casos, en un desdén hacia la democracia y el respeto por el mandato popular.
Comparar a un presidente que trabaja por una agenda de cambio y progreso con un autócrata como Trump solo puede ser visto como un acto de desinformación deliberada o, peor aún, como una estrategia para erosionar la imagen de Petro a través de comparaciones absurdas.
Un caso ejemplar de esta falta de análisis es la situación reciente en torno a la empresa Thomas Greg & Sons.
La derecha y algunos medios de comunicación han creado rumores infundados, asegurando que Petro no llevará a cabo las elecciones en 2026. El Registrador Nacional del Estado Civil, quien posa como una figura independiente, desmintió rápidamente este rumor, confirmando que las elecciones se realizarán como está estipulado por la Constitución.
Sin embargo, la mentira ya había sido difundida ampliamente, creando una narrativa falsa que, en algunos medios, se transformó en una “noticia” que solo contribuye a crear desinformación y polarización.
Este es solo un ejemplo de cómo se manipula la información en Colombia.
La oposición, respaldada por ciertos periodistas, parece vivir en una burbuja que no les permite ver más allá de sus propios intereses. Hablan de autocracia cuando en realidad están en contra de un gobierno elegido legítimamente, con una agenda política que, si bien discutible, se enmarca dentro de los límites democráticos.
Es preocupante que Ana Bejarano y otros columnistas sigan haciendo esta clase de comparaciones sin tener en cuenta las implicaciones reales de lo que están diciendo.
El falso embrujo totalitario
Hablar de un “embrujo totalitario” del presidente Petro, cuando la oposición controla los principales poderes del Estado, incluidos muchos de los medios tradicionales, es no solo una falacia, sino también una clara muestra de que hay una desconexión con la realidad.
Esta clase de análisis refleja más una postura ideológica y personal que un verdadero ejercicio de objetividad y análisis político. Comparar a Petro con Trump no solo es injusto, sino profundamente erróneo.
Lo que estamos viendo es un intento por parte de ciertos sectores de la prensa y la política de deslegitimar un proceso de cambio que, aunque imperfecto, está lejos de ser un intento de instaurar una autocracia.





