
El exalcalde Alfonso Eljach, quien se encuentra en pre-campaña para postularse nuevamente a la alcaldía, ha vuelto a hacer acto de presencia en un evento público de gran relevancia para la ciudad.
La inauguración de una obra, que si bien fue iniciada durante su mandato, no se pudo culminar en ese entonces, ha generado una fuerte polémica debido a la manera en que Eljach está utilizando este espacio como plataforma para su regreso político.
En un evento pagado con recursos públicos, la presencia de Eljach parece estar más orientada a sacar réditos electorales que a celebrar el verdadero progreso de la ciudad.
Algo que molesta a la gente
Lo que resulta especialmente indignante para muchos ciudadanos es la contradicción entre la imagen de Eljach como líder político y su actitud frente a los problemas de la ciudad.
Si bien se presentó como el promotor de diversas obras durante su administración, muchas de estas quedaron inconclusas, provocando serios inconvenientes para los residentes de varios sectores de la ciudad.
Es el caso, por ejemplo, de la obra de alcantarillado mal planeada y ejecutada en el sector del muelle, donde las viviendas se inundan con las lluvias debido a la falta de planificación adecuada.
Los vecinos de esta zona han manifestado su indignación por la falta de responsabilidad de Eljach, quien nunca se presentó a rendir cuentas sobre la obra fallida.
En lugar de asumir la responsabilidad de sus errores, ahora se presenta en un acto de inauguración de una obra que no pudo concluir y pretende apropiarse de su finalización para fines electorales.
Destrucción del Paseo del Río
Otro de los grandes cuestionamientos a la figura de Eljach tiene que ver con la destrucción de emblemáticos espacios de la ciudad, como el Paseo del Río.
Este lugar, símbolo de la gastronomía barranqueña, fue demolido durante su gobierno bajo falsas promesas de renovación que jamás se materializaron.
Las mujeres comerciantes de esta zona, que dependían de su actividad para subsistir, se vieron directamente afectadas por la falta de seriedad y planificación de Eljach.
A día de hoy, estas mujeres siguen enfrentando las consecuencias de las promesas incumplidas y la falta de visión de un político que no tuvo el valor de dar la cara ante las afectadas, mucho menos de garantizar una solución viable a la situación.
Este tipo de actos pone en evidencia la falta de compromiso real con el bienestar de la ciudad.
En lugar de asumir la responsabilidad por las fallas de su gestión pasada, Eljach prefiere hacerse presente en ceremonias públicas donde no solo no se resuelven los problemas que dejó, sino que, además, las está utilizando como trampolín para su campaña electoral.
Al hacerlo, convierte una inauguración que debiera ser motivo de celebración en un acto de pura política, donde su propio interés personal parece primar por encima de las necesidades reales de la comunidad.
¿Dónde queda la responsabilidad de Jonathan Vasquez?
En este escenario, surge una pregunta fundamental sobre la responsabilidad del actual alcalde, Jonathan Vásquez, quien ha permitido la politización de un acto oficial de la alcaldía.
No solo no ha cuestionado la presencia de Eljach en este evento, sino que también ha permitido que los recursos públicos sean utilizados para fines políticos.
Esta actitud plantea serias dudas sobre la transparencia y la ética de la actual administración, que parece estar más interesada en fortalecer alianzas políticas que en cumplir con las demandas ciudadanas.
Son tal para cual
Es evidente que tanto Eljach como Vásquez pertenecen a una misma clase política local, que aunque en público suelen presentarse como adversarios, comparten prácticas similares de abuso del poder, improvisación, irresponsabilidad y desdén por los intereses públicos.
La diferencia entre ellos es casi inexistente cuando se trata de utilizar los recursos y el poder político para beneficio personal. Este tipo de comportamientos, tan alejados de lo que la ciudadanía necesita, contribuyen al estancamiento de la ciudad y a la falta de progreso real.
Hasta cuándo los barranqueños tendrán que soportar a políticos que, en lugar de trabajar por el bienestar colectivo, buscan únicamente su beneficio personal, usando la ciudad como su campo de batalla para obtener poder.
La ciudad merece un liderazgo genuino, que ponga por encima de todo el bienestar de la comunidad y que no utilice los recursos públicos para hacer campaña política o para resolver intereses personales.
Eljach y Vásquez parecen no ser conscientes de la frustración que generan, pero las elecciones se acercan, y será el momento en que los ciudadanos tengan la última palabra.





