La crisis no puede ser usada para despedir masivamente a trabajadores, acabamos de lograr el mejor resultado para Ecopetrol, y no podemos pagar las consecuencias de todas las crisis.
El covid-19, como se esperaba, ha llegado a Colombia y en los pocos días que ha estado entre nosotros, el número de contagiados se ha multiplicado exponencialmente y se seguirá expandiendo a toda velocidad por el país.
Del comportamiento cívico, de la solidaridad, de la oportunidad, sensatez, capacidad y decisión del Estado y del gobierno, depende que podamos salir adelante sin muchas víctimas mortales de esta crisis sanitaria global.
El covid-19 no es un chiste, ni una gripa y debemos todos interrumpir todas las actividades no esenciales, especialmente debemos abandonar lugares públicos, atender las instrucciones de gobiernos nacionales y territoriales y no saturar nuestro frágil sistema de salud.
La vida y la salud de las personas debe estar por encima de cualquier discusión política e ideológica en este momento.
Por eso celebro que el Comité Nacional de Paro haya adoptado la medida de cambiar las movilizaciones callejeras previstas para el próximo 25 de marzo por cacerolazos o protestas virtuales.
Lo que sí es lamentable es que el presidente Duque, por su sesgo político e ideológico, pone en riesgo la vida de millones de personas en la frontera con Venezuela al negarse a coordinar acciones con las autoridades reales de ese país, así no sean de su agrado.
Es increíble ver que mientras el presidente Trump se reúne con el líder de Corea del Norte y pacta con los talibanes y los chinos, el gobierno colombiano no sea capaz de medir las consecuencias de ser fundamentalista.
Celebro que el Comité Nacional de Paro haya cambiado las movilizaciones callejeras del próximo 25 de marzo por cacerolazos o protestas virtuales
Se nota además la ausencia de un liderazgo colectivo, legítimo y con capacidad, pues el actual gobierno está sufriendo su propia y penosa epidemia: el “Ñeñevirus” que hace más difícil salir adelante.
Habría que incluir en las decisiones a los mejores hombres y mujeres del país, hombres y mujeres que generen solidaridad, unidad y empatía para sobrevivir a la emergencia y para reconstruir la economía del país.
Lo triste es que esas personas no parecen estar en el gobierno o en buena parte del gran empresariado.
Es claro que el capitalismo a ultranza no es la respuesta ni global, ni nacional a esta emergencia, se requieren intervenciones de fondo que impidan una bancarrota mundial y reconstruyan la capacidad del estado para proteger la salud de todos.
Debemos organizar una economía que atienda a la enorme masa de trabajadores precarios, informales y desempleados que no tienen como sobrevivir a esta crisis si no pueden salir a las calles a conseguir lo del diario.
La expansión del virus coincide con una guerra de precios del petróleo entre el reino saudí y la Federación Rusa por el precio internacional del petróleo y por su influencia y control sobre Siria y sus reservas de crudo, mientras que el parón económico que produce el conavid-19 reducirá sustancialmente el consumo de energía.
Como si fuera poco, en Colombia a estos líos, se suma el invierno y la mala calidad del aire de las grandes ciudades.
Esto de dárnosla de país del primer mundo, pero depender de materias primas, cuyos precios se bambolean según los intereses de las multinacionales y los estados con poder global, hace imposible cualquier desarrollo productivo y garantiza una enorme incertidumbre económica. La mejor forma de vivir por siempre en el subdesarrollo es depender de los llamados commodities.
La mayor prueba de lo equivocado de nuestro modelo económico es que hace apenas dos semanas celebrábamos los mejores resultados de Ecopetrol desde 2014 y se reconocía a Felipe Bayón como el empresario del año, y hoy vuelven opinadores a pedir la venta de Ecopetrol.
Claro, estas opiniones sobre el modelo necesitan una reflexión a mediano plazo, pero urge un giro rápido y profundo de la economía y un cambio de timoneles, los que la han guiado en los últimos 30 años se han equivocado.
Y esta emergencia sanitaria, agravará la situación de la industria petrolera, nos damos cuenta de nuestra enorme fragilidad económica.
Las regiones petroleras sufrirán, muchos proyectos petroleros que estaba previsto que se iniciarán en 2020 se suspenderán, y caerán con ellos los ingresos por impuestos, regalías y aumentará el desempleo.
Vienen tiempos difíciles que tenemos que enfrentar con mucha creatividad para sobrevivir y salir adelante.
Como ya dije, Ecopetrol enfrenta dos crisis, no solo la de precios, sino la del conavid-19. Rápidamente se están adoptando medidas para enfrentar la segunda, porque la primera, no depende de nosotros.
Lo que sí podemos hacer es mantener la cadena de la industria, no desmantelarla y seguir produciendo sin afectar los ingresos de los trabajadores, las fuentes de empleo y evitar los previsibles accidentes de trabajo.
La crisis de precios de finales de 2014 fue dura, pero al final nos repusimos, aprendimos a ser más eficientes y a crecer.
Hoy el virus, nos impone otro reto que no podemos desconocer. Lucharemos contra esas dos crisis.
Seguro vendrán las propuestas de ajustes y reducción de costos, la USO ha demandado de las empresas y del gobierno que se habiliten los escenarios para discutirlos y que seamos escuchados. La crisis no puede ser usada nuevamente para despedir masivamente a trabajadores.
Nosotros no somos los culpables de esta, al contrario, acabamos de lograr el mejor resultado para Ecopetrol y para el país, los trabajadores no podemos pagar las consecuencias de la suma de todas las crisis.
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