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A propósito de Barranquilla, su gente y su carnaval – Por: Edgar Rodao U

A propósito de Barranquilla, su gente y su carnaval – Por: Edgar Rodao UTuve el privilegio de vivir en mi niñez en la ciudad de Barranquilla, en compañía de mis abuelos y la verdad, jamás volví a ver en mi vida una ciudad más alegre, rumbera y feliz como la llamada «Puerta de Oro de Colombia».

 

Recuerdo que cuando llegué por primera vez me tocó – prácticamente – volver a aprender hablar español», porque en Barranquilla llaman a las cosas muy diferente a como las conocemos en Barrancabermeja.

 

Es el llamado «español barranquillero».

 

Al ventilador le dicen «abanico» –  Al banano le dicen «guineo» – Al lavadero de ropa le dicen «batea».

 

A las maras les dicen «bolitas de uñita».

 

Al vikingo le dicen «boli».

 

A las tapas de gaseosa les dicen «checas».

 

Al peso de la moneda colombiana le dicen «barra».

 

Al salpicón le dicen «tuti fruti».

 

A una amistad le dicen «llaveria».

 

Al loco le dicen «sollao».

 

A una mujer linda le dicen «bollito».

 

A la cerveza le dicen «fria».

 

Al campesino le dicen «corroncho».

 

A alguien grande le dicen «tramoyuo» – A los frijoles les dicen «guandu» – A las ancianas les dicen «niña» (Niña Ema … Niña Blanca … Niña Olga)

 

Al hambre le dicen «filo».

 

Y para cerrar con broche de oro, los barranquilleros, al culo lo llaman «jopo» y al pene lo llaman «mondá».

 


 

Para un currambero de esos de carnaval, sancocho, dominó y frías en la esquina (típico de Rebolo), una afirmación como “ese jovencito ha estado todo el día descalzo” sonaría a una expresión auténticamente «cachaca», comparada con la expresión barranquillera que dice lo mismo, pero en lenguaje ‘curramba’: –»Eche … ese pelao se la ha pasao todo el día a pata pelá».

 

De Barranquilla guardo los mejores recuerdos, su gente alegre, sus brisas decembrinas, los disfraces en el carnaval, la batalla de flores, su arroz de lisa, las butifarras y el bollo de yuca, las competencias entre los picoteros, su Junior el equipo de fútbol y ese ambiente fiestero inolvidable. Nunca lo he visto en otra ciudad del mundo.

 

Cuando salí de Barranquilla, que ya iba por el puente Pumarejo rumbo a Ciénaga (Magdalena), se me salieron las lágrimas de la nostalgia. Sabía que no iba a volver.

 

Si no conoce Barranquilla, visítela en época de carnaval.

 

Los barranquilleros dicen que: «quien lo vive es quien lo goza».

 

 

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