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¿Cuál es la B/bermeja que estamos construyendo para nuestros hijos? – Por: Rosberg Perilla Pérez.

¿Cuál es la B/bermeja que estamos construyendo para nuestros hijos?En  Barrancabermeja el debate sobre ‘el espacio público’ sigue abierto.   Por un lado están quienes opinan que por cuenta de la pobreza y el desempleo —flagelos que causan un profundo impacto en nuestra sociedad— se les deben permitir a los ciudadanos ciertas violaciones de la ley en el entendido que prima «el derecho al trabajo sobre el derecho al espacio público»,  por  el otro lado, están quienes consideran que si la Alcaldía Municipal dispone y les ofrece a los vendedores ambulantes  centros  comerciales  amplios, confortables,  bien ubicados, con un canon de  arrendamiento  barato,  pero aun  así  los  locales  se  hallan  desocupados en  más  de un 50%, «el problema no es de pobreza  sino  de  indisciplina  y  falta  de  cultura  ciudadana».

 

Hoy, el municipio de Barrancabermeja es el propietario de un moderno edificio avaluado en más de $ 50.000 mil millones de pesos —me refiero al CPC (Centro Popular Comercial) — un inmueble construido para que fueran los vendedores ambulantes los que lo ocuparan y desde allí ofrecieran sus bienes y servicios con dignidad, que es la que tanto reclaman y que —por supuesto— tienen todo el derecho a exigirla.

 

Sin embargo, cuando se creía que los problemas del espacio público en Barrancabermeja iban por la vía de la solución y que los vendedores ambulantes trabajarían con decencia y decoro —como debe ser y se lo merecen— estos señores decidieron  NO  ocupar  sus  instalaciones.

 

Esto es bueno que la ciudadanía lo sepa.

 

La Alcaldía  le  cobra  a  un  vendedor ambulante  $ 50.000 pesos  mensuales de arriendo  y  la  Administración  del CPC  $  37.500 mensuales de cuota de administración,  pero … vaya sorpresas que da la vida,  esos mismos locales han sido ‘sub-arrendados’  —por los mismos vendedores ambulantes—  en $ 300.000 pesos mensuales a otros comerciantes —ellos si más organizados— que tienen montados sus negocios, mientras los vendedores ambulantes se regresaron a invadir la zona de la calle  49  bajo  el  argumento  de  que  en  el  CPC  «no llega nadie».

 

Yo me pregunto, si  «no llega nadie»  ¿cómo hacen para mantenerse los negocios que allí vienen funcionando desde hace 8 años?

 

Por supuesto que estamos al frente de lo que se conoce como ‘la viveza del avispado’ que parece ser el patrón formativo de un sector de la actual Barrancabermeja.

 

En nuestra ciudad, lamentablemente, se ha ido afianzando una desvalorización del acatamiento a las normas, hoy sumida en la cultura del ‘todo se vale’.

 

Yo creo —y me van a perdonar muchos de ustedes— pero en Barrancabermeja no podemos seguir cultivando, bajo el pretexto de la pobreza y el desempleo,  la  incubación  del desorden,  la anarquía y el caos porque va a terminar  ‘más  cara la cura que la enfermedad’ y  no sabemos, ni para donde vamos, ni qué clase de ciudad es la que estamos construyendo a nuestros hijos.

 

Se  ha  vuelto  ‘normal’  el  motociclista  en contravía,  los basureros en plena vía pública, la  pasada  del semáforo en  rojo,  los jíbaros vendiendo droga a domicilio de frente  delante de todo el mundo,  algunos ciudadanos vendiendo carne de burro,  incluso  ya  se  dice  que  muchos ‘moto taxistas’  terminan atracando a las damas en plena vía pública y no pasa nada.

 

Sin duda, cada  vez se hace más evidente la cultura de la ilegalidad, el predominio de los intereses particulares sobre los colectivos, la percepción de que el costo del delito es nulo frente a los beneficios que trae y la implantación de un modelo de ascenso social rápido: — «yo no lo tumbé, él se cayó solito», suele uno escuchar a muchos avivatos en la calle.

 

La alabanza al delincuente, el auge del vivo, la impunidad y la ausencia de un autocontrol ciudadano y hasta oportunistas de la politiquería ‘sacándole jugo’ al tema,  son  hoy  las  más  claras  manifestaciones  de  lo  que  estamos  viviendo.

 

— ¿Es esa la Barrancabermeja que estamos construyendo para nuestros hijos?

 

—¿Ciudadanos astutos, aprovechados, hábiles para la trampa, personas con inteligencia práctica y buenas para sacar provecho de las circunstancias?

 

Entonces NO nos rasguemos las vestiduras cuando veamos en escena la nueva versión del  ciudadano  actual,  el  habitante  trivialligerofrívolo,  que ‘lo  acepta  todo’ porque  carece  de  criterios  sólidos, llegando a ser muy permisivo.    Son ciudadanos que  no  creen   en  el  esfuerzo  personal  que  por  años que se necesita para consolidar un proyecto,  todo lo quieren rápido… y  lo  más grave, ciudadanos sin vínculos y  totalmente  descomprometidos  con  Barrancabermeja.

 

La situación ha llegado a límites insospechados, aún hasta en los colegios.

 

Hace  unos  días  una  profesora amiga,  alarmada  por  el  tema,  me comentaba que hoy  en  el  imaginario social  se  descalifica  al  que  obra correctamente y  sobresale por  sus  virtudes  académicas.  El  buen estudiante es discriminado, convertido  en objeto de burlas  y,  en muchas ocasiones,  víctima  del matoneo, mientras que  ‘el héroe en el colegio’  es  el  avivato  y  el  más  hábil  para  la  trampa y  la  copialina.

 

Y por supuesto que, posteriormente, los resultados se reflejan en los comportamientos ciudadanos:  el avispado NO hace filas,  NO  respeta  los  turnos, saca la basura los días que no corresponden,  le  importa ‘un pepino’ el aseo de la ciudad,  siempre está esperando ‘el papayazo’  y  tiene  mil  artimañas para  burlar  cualquier  norma  social  o  legal  que  impida  alcanzar  sus  ambiciones.

 

Ahí veo todos los días por las redes sociales a nuestro buen amigo Ricardo Gómez (Mucho Zurrón) suplicándole a la gente que NO boten las basuras en la vía pública y muchas veces lo que recibe de respuesta es un escupitazo:  “No sea sapo”.

 

¡Ay dolor! … Después nos quejamos que 50.000 ciudadanos  votaron hace cuatro años  por un candidato que tenía bajo sus espaldas (dos) 2 alcaldías corruptas y llenas de escándalos.

 

¿Esa es la ciudad que queremos para nuestros hijos?

 

No es muy claro el futuro de una región con ciudadanos tolerantes con la informalidad, cómodos en la ilegalidad, que justifican, permanentemente, las vías de hecho y las alternativas fuera de la institucionalidad.

 

No  podemos seguir permitiendo los patrones de conducta de los ‘encaramadores de pendejos’ cuya  victoria  reside  en  ‘tumbar  al  otro’  en  cada  oportunidad y sacar  el  mayor  provecho  en  cada  relación.

 

Una  cosa  es  apoyar a  los ciudadanos para que salgan de la pobreza y otra muy  diferente es permitirles que sigan encantados con la ‘cultura del atajo’, como cuando se  comprueba  que  el  ‘vendedor ambulante’  es  el  mismo  dueño  del  negocio  de dónde  saca  la  mercancía y mientras tanto hay más de 100 locales comerciales desocupados en el CPC en pleno centro de la ciudad a la espera de que los ocupen los vendedores ambulantes a solo $ 50.000 pesos mensuales de arriendo.

 

Qué pena… pero ahí si estamos mal.

 

Aclaro, una cosa es ser astuto, hábil, despierto, recursivo y vivo para emprender un negocio y  otra  muy  diferente  cuando  esas  ‘cualidades’ se aplican para burlar los límites  éticos,  pasearse  por  la  faja  el  código penal  y  violar  la  ley.

 

El verdadero empresario mira el largo plazo, dimensiona el porvenir, construye vínculos de confianza.   Creo que a eso es a lo que tenemos que apostarle si queremos una Barrancabermeja  responsable,  seria  y  competitiva.

 

En una ciudad como Barrancabermeja, en donde la mayoría de sus habitantes es gente honesta, vale la pena apostarle a estas iniciativas.  Al  fin de cuentas, es el presente y el futuro de nuestros hijos los que están en juego.

 

¡El debate queda abierto!

 

He dicho.

 

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ROSBERG PERILLA PÉREZ es un habitual columnista de BARRANCABERMEJA VIRTUAL.  Puede ser contactado en el correo electrónico: [email protected]

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