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La advertencia

calderonPor: Jaime Calderón Herrera

El fin de nuestra especie ha estado siempre en la mente humana como una certeza cuyo momento impredecible preferimos pensarlo en un futuro lejano.

Sabemos de la finitud de nuestro sol. Muchas de las predicciones apocalípticas tienen que ver con la colisión de un asteroide. También se ha dicho de la contaminación del planeta y sus consecuencias.      Hay otra forma de destruir la especie humana mediante la energía atómica. Ya se han conocido las consecuencias de las bombas durante la Segunda Guerra y los efectos  perversos de los accidentes en las plantas nucleares generadoras de energía.

No es improbable una nueva utilización de bombas nucleares en los conflictos actuales. Que la estupidez humana es infinita es cosa probada. Un nuevo ingrediente acuñado por el expresidente Bush y llamado guerra preventiva ha sido acogido por muchos para justificar ataques con la mera sospecha de que otros pudieran afectar sus intereses. Esto añadido a una supuesta amenaza nuclear completa el aliño para un ataque atómico.

Tal preocupación invadió la mente del premio Nobel Günter Grass, quien durante mucho tiempo ha sido considerado la conciencia democrática de Alemania y quien recientemente publicó un poema titulado  “Lo que hay que decir”, advirtiendo sobre  las probabilidades de que el Gobierno israelí estuviera tentado a ejecutar un ataque nuclear contra los persas, con el concurso de Alemania, cuyo gobierno le ha facilitado a su similar unos submarinos adecuados para dicho propósito.

El columnista Ospina nos  ilustra cómo una herramienta literaria como el poema  haya sido escogida por el Nobel para su advertencia, tal como en otros tiempos los poemas han sido usados para relatar las peripecias de los conflictos.

Controversia grande ha armado  el autor del “Tambor de hojalata” y de “Pelando la cebolla”. Muchos lo acusarán de antisemita por su confesa militancia de adolescente con la SS. Otros dirán que su poema es una exageración y que su calidad estética deja dudas. Otros saldrán en su defensa. Pero lo cierto es que su poema alerta a la humanidad sobre la espada que pende sobre nuestras cabezas y que por el momento esperamos que ni Netanyahu, ni Obama, ni los iraníes activen el tambor nuclear.

Así lo expresó Grass en un aparte de su poema: “Lo admito: no sigo callando porque estoy harto de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además que muchos se liberen del silencio, exijan al causante de ese peligro visible que renuncie al uso de la fuerza e insistan también en que los gobiernos de ambos países permitan el control permanente y sin trabas por una instancia internacional del potencial nuclear israelí y de las instalaciones nucleares iraníes.”

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