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Usar el mal para defender el bien

juanmaloPor: Juan Manuel López C
 
Plagio este título de una magnífica columna de Cristina de la Torre, ya que considero que en tal frase se concentra y sintetiza toda la visión política que se ha impuesto recientemente en Colombia y en el mundo.

El campeón de esta propuesta es por supuesto el gobierno Bush que bajo pretexto de la lucha contra Al Qaeda –o contra la abstracción genérica del ‘terrorismo’- legitimó todas las barbaridades e ilegalidades posibles. Guantánamos, torturas bajo el eufemismo de ‘interrogatorios intensivos’, declaratorias de guerras con falsos argumentos, bombardeos con aviones no tripulados que matan civiles, secuestros internacionales, etc.

Nunca en la historia de la humanidad se había visto una aceptación tan grande de la violación de los principios humanitarios y del desconocimiento de la convivencia internacional, ni que con la aprobación del mundo se pusieran los intereses de un país o una nación por encima de esas consideraciones. Lo intentó la Alemania Nazi pero recibió el rechazo de las potencias civilizadas, las mismas que hoy hacen causa común o por lo menos permiten ese comportamiento.

La  actual intervención a veces soterrada y a veces descarada en los procesos de los países del norte de África –Libia, Siria, Yemen,  Bahrein, Egipto- se apoya en el mismo principio del ‘mal necesario’, ‘el mal menor’ o la mejor definición ‘usar el mal para defender el bien’. También el respaldo a Israel ante el trato violatorio a los derechos humanos en Gaza, el asesinato de Bin Laden (reconocido y calificado así por todo jurista), el mantenimiento de Guantánamo  contra lo prometido n veces, o la continuidad de las guerras en Afghanistán, Irak y la participación –cuando no iniciación- de todas las guerras del planeta, muestran que la filosofía sigue siendo la misma, solo que bajo Obama se maneja con mejores maneras.

Entre nosotros no hay duda que los primeros gestos del Dr. Santos han impresionado favorablemente y que parecieran apuntar a que puede darse una nueva orientación de las políticas de Gobierno. Las relaciones internacionales, el trato con las Altas Cortes, el apoyo a la Ley de Víctimas, las revelaciones sobre la corrupción en todas sus formas, etc. han producido una esperanza en grandes sectores de la población.

Lo grave sería que, como con Obama, las ‘buenas maneras’ no cambien el modelo. Al fin y al cabo el presidente tanto aquí como allá es solo una pieza del engranaje del establecimiento y en ningún caso se va a ir contra el sistema –no solo porque está dentro de él, sino porque de intentarlo quedaría masacrado-.  Nos puede pasar algo como el cuento del IDEAM de que se acabó el fenómeno de ‘La Niña’, solo que comenzó la temporada de lluvias.

Por eso no se puede menos que calificar de desafortunadas las críticas públicas de Santos a los fallos de la Justicia.

O plantear dudas sobre esa obsesión por el TLC y el sometimiento para ello a las condiciones impuestas por EE.UU.

O lamentar el impulso a la ‘sostenibilidad fiscal’ frente a la garantía de Derechos Fundamentales.

O preocuparnos porque en el discurso y en la atención oficial parece tener más importancia y se vanaglorian de que no se han afectado los datos de crecimiento, de inversión extranjera, de la inflación, que el que haya 3.8 millones de damnificados tan marginados o excluidos que su suerte no afecta los índices por los cuales se guía el gobierno.

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