Por : Heyner Mancera Rincón
La historia relata que en la antigua Roma, los generales que alcanzaban grandes victorias, eran homenajeados por el senado romano concediéndoles el honor de un apoteósico desfile por la ciudad para que el pueblo los conociera y saludara. El carro del general triunfador era tirado por caballos blancos y su marcha estaba acompañada por músicos, bailarines, bufones, el vestido especial para el recorrido constaba de toga picta y la túnica palmata, prendas destinadas a los Dioses y monarcas y la verdad no era para menos ya que aquel hombre que lograra incrementar las riquezas, posesiones y poder del imperio, acababa de conseguir el mayor honor que un militar romano podía imaginar.
Lo interesante de todo esto es que durante aquellas celebraciones entre los años 200 y 70 antes de Cristo, donde el triunfador era casi “dios por un día”, en medio de la ovación frenética del recorrido, un esclavo encargado de sostener sobre su cabeza la corona triunfal, tenía la fundamental tarea de repetir incesantemente al oído del general la frase “ Memento mori, Memento mori,” que significa "¡recuerda que eres mortal!". Esto se hacía para evitar que en medio de la apoteosis del momento, sobreviniera la soberbia, jactancia y prepotencia que alejarían al triunfador de su condición humana, lo cual podría desencadenar la ira de los Dioses.
¿Qué es lo que nos hace más humanos?
Respetar a los demás, sus diferencias, sus derechos, sus opiniones, sus creencias, es una condición ineludible para el crecimiento de la sociedad. Respetar no solo al prójimo sino nuestro entorno y sus componentes, nos llena de una riqueza espiritual que nos permite vivir libres mas allá de las normas prohibitivas diseñadas para aquellos que no aplican la definición básica: Respetar es valorar. Cuando no respetamos algo o alguien, lo estamos despreciando.
Si yo valoro mi familia, por qué debo hacerle daño a través del desprecio, el abandono ó la violencia? y de igual forma si valoro mi entorno, sé que debo protegerlo, es así de simple. Pero la conducta humana está ligada a los hábitos y/costumbres que se adquieren con la sociedad y por eso en ocasiones es necesario que un esclavo como en la historia, nos este recordando permanentemente que somos mortales.
La humanidad no se ha valorado a sí misma y por eso está en conflicto hasta con la misma naturaleza que le dio vida. Probablemente el volumen de los televisores, los celulares, mp4, nuestras voces, están tan altas que ya no escuchamos el murmullo del esclavo que nos recuerda que somos mortales, porque a pesar de que no seamos generales triunfadores de la antigua Roma, sí tenemos una voz que nos acompaña, esa voz de la conciencia que la apoteosis y confusión del mundo actual no deja oír.
Tal vez debemos disminuir el escándalo y escuchar el murmullo de la brisa, el canto de las aves, los grillos, las hojas de los arboles, el rio y la tierra que nos dice, “solo eres polvo en el viento”.
Heyner Mancera Rincón
Barranqueño
Esp. Química Ambiental U.I.S.
Mg. Gestión Ambiental P.U.J.
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www.capitalambiental.blogspot.com