Por: Vladimir Florez – Vladdo
A mí también me causan algo de extrañeza los publicitados gestos de contrición del hijo de Pablo Escobar. Cuando uno de verdad quiere ofrecer disculpas por algo lo hace sin tanto aspaviento, ni mucho menos con cámaras o periodistas. Hay algo de postizo en todo eso. También me llama la atención que alguien que adoptó una nueva identidad para protegerse, se preste para tanta publicidad. Es absurdo que una persona en semejantes condiciones, supuestamente dispuesta a romper con el pasado tenebroso de su padre, salga a decir: “esta es mi nueva realidad; así transcurre mi vida supersecreta”. Todo eso tiene un componente publicitario incomprensible. Una cosa es que los medios los asedien, y otra muy distinta es salir a convertirse en la familia show del año. Ahí algo que no encaja.
A propósito de pantallazos, me parece buenísima la campaña de Julio Sánchez Cristo en La W, para recolectar plata para los soldados heridos en combate (y eso que en Colombia no hay conflicto). Creo que es un noble propósito, pero no entiendo muy bien por qué algunas empresas grandísimas que donan unas sumas irrisorias presumen tanto. En estos días es frecuente oír por esa emisora a respetabilísimos empresarios haciendo alarde de generosidad y de altruismo, después de consignar unas cantidades de plata que no les hacen ni cosquillas a sus balances. Me parece una actitud farisaica, pues con toda la publicidad que reciben recuperan de sobra lo gastado. ¿Por qué no harán sus donaciones calladitos, como Dios manda?
Por último, después de ver con lástima cómo Berlusconi fue atacado en Milán por un tipo que le lanzó una miniatura de la catedral de esa ciudad (¡qué puntería!), me pregunto qué habría pasado si eso hubiera ocurrido en Colombia con Álvaro Uribe. Si por aquí algún estudiante le lanzara al presidente una réplica de la catedral de Pablo Escobar, por decir algo, y le rompiera la cara, marica, lo más probable es que, con la ayuda del FBI y de la CIA, las autoridades descubrieran en cuestión de minutos que no se trataba de un acto aislado de un individuo, sino que hacía parte de un plan terrorista, instigado por columnistas de oposición y pagado en dólares en una cuenta secreta en Caracas. Inmediatamente, el individuo sería capturado y conducido (con un brazo fracturado y tres costillas rotas, producto de una caída cuando pretendía huir de las autoridades) a una audiencia de imputación de cargos en la que reconocería que es miembro activo de la columna móvil Teófilo Forero de Lafar, pero que estaba muy arrepentido por lo que acababa de hacer. Acto seguido, Uribe lo perdonaría y pediría que dejaran en libertad a ese pobre muchacho. ¡Extra! La popularidad del presidente llegó al 115%. Horas más tarde, el hombre sería hallado muerto en su casa, luego de pegarse un tiro en la sien derecha, pese a que era zurdo. Al parecer tenía problemas de personalidad.