En los años 80 me fui a estudiar a Bogotá y como buen barranqueño tenía la costumbre de asociar y hacer referencia de todo lo que me pasaba en Bogotá con mis aventuras de juventud y adolescencia en Barrancabermeja, esta típica costumbre barranqueña, rápidamente me hizo poseedor de un apodo entre mis amigos quienes me llamaban “barranca” y fue así como me conocían las personas de la época en Bogotá.
Algo similar ocurría con la mayoría de mis amigos paisanos que caían en la misma tónica y a ellos también los llamaban con cariño y algo de burla “barranca”.
Para los que vivimos esa época debe ser muy nostálgico el poder recordar esos buenos momentos de juventud. Hoy caigo en cuenta, recordando, que la mayoría de historias y anécdotas que uno contaba continuamente a sus nuevas amistades en Bogotá tenían que ver directa o indirectamente con las novenas bailables que se realizaban en los clubes de Ecopetrol del 16 al 24 de diciembre.
Eran 9 días de fiestas en los clubes con el acompañamiento de orquestas del orden nacional que servían de abrebocas a toda la rumba de diciembre y era un sitio de encuentro, alegría, sana diversión que atraía a propios y extraños.
En las novenas era la ocasión propicia para mostrar las nuevas pintas, demostrar nuestros avances en materia de baile, hacer nuestras primeras conquistas amorosas. Era el debut de las niñas que se volvían adolescentes, acompañadas de sus amigas de colegio, todo un juego de coqueteo infantil y rumba sana que congregaba a la juventud alrededor de los aires típicos que interpretaban las orquestas invitadas, todo un deleite para la sana rumba en familia y el comienzo de muchas aventuras que durábamos todo el año contando a nuestro regreso a los sitios donde estábamos estudiando.
En el año 1984, por motivos familiares, no volví a la ciudad hasta 1998 cuando regrese ya como padre de familia, adulto independiente a restablecerme nuevamente en Barrancabermeja, alejado durante todos estos años, jamás supe porque se había acabado esta sana tradición, que además de todo su jolgorio, atraía turistas que fortalecían la economía local por esa época.
Lo cierto de todo esto, es que las novenas hacen falta, el espíritu navideño jamás será igual sin ellas, la gente está reclamando que se vuelvan realizar, hay que hacer un esfuerzo y entre todos debemos lograr ese reencuentro con nuestra identidad cultural, nuestros hijos merecen gozar de esa experiencia que nos reunía en familia, que nos hacia soñar y gozar nuestros mejores momentos que aun a pesar de los años siguen teniendo un significado importante en nuestras vidas.
Ya se escuchan las voces de importantes líderes reclamando que las novenas se conviertan al igual que el Fandango de la 24 en una actividad institucional con Ecopetrol y la Alcaldía brindando sano esparcimiento y diversión a nuestra gente.