Inicio Andrés Schmalbach Ávila El delito de opinión

El delito de opinión

Sample ImageLa transformación que ha sufrido el país en los últimos años ha convertido a la expresión y la opinión en delitos desde el referente mismo de la opinión pública.  Lo que antes era considerado como “delito” por la expresión política de los ciudadanos, heredado de la guerra que libraron liberales y conservadores, ahora ha ‘evolucionado’ o retrocedido en términos antropológicos, a formas más “urbanas” que buscan hacer justicia por su propia cuenta señalando como delincuentes a quienes opinan diferente, apelando además, a insultos, ofensas y calumnias como argumentos para “enjuiciar” a quienes opinan (ver comentarios en cualquier medio de comunicación con sitio web).

¿Responsabilidades? Desde hace unos 10 años las facultades de Comunicación Social y Periodismo se han hecho esa pregunta y conclusiones tempranas las encausó a los medios de comunicación como herramienta de transformación cultural y educación.  Esa conclusión sumada a lo que los sicólogos llaman “transformación de los valores” y los pedagogos “disvalores”, le dejan a la televisión, la Internet y otros medios de libre acceso la capacidad para educar.  Ejemplos: los colombianos estamos más enterados (nunca mejor informados), de lo que pasa en el “mundo” de la farándula y del “farandulismo”[1] deportivo y muy poco de las propuestas de transformación política, económica y social que circulan sin ningún protagonismo mediático o del aprendizaje y enseñanza que se promueve en las aulas de colegios y universidades.

Otro ejemplo quizá más vergonzoso es el de la intervención de Uribe presidente – candidato en la cumbre de Unasur en Bariloche donde cada presidente exponía su posición acerca de las bases militares al servicio de Estados Unidos en Colombia.  Uribe en su intervención le pidió al presidente de Ecuador, Rafael Correa que judicializara a los ciudadanos que simpatizaran con las Farc, a lo que Correa le contestó “discúlpeme presidente Uribe, pero, la opinión no es un delito en Ecuador, no podemos meter presos a los que simpatizan con las Farc, las Auc o cualquier agrupación criminal”.

Simpatizar con grupos al margen de la ley ha sido la confirmación para los actores armados de que esa opción de opinión es la aceptación de merecerse la muerte.  Miles de colombianos han caído baleados, mutilados, desmembrados, incinerados, como alimento para animales y desaparecidos por ejercer una opinión o por someterse a la opinión de otro, por cuenta de una justicia hecha por quienes operan muy por fuera de lo que es y no es justo.

Termino en esta ocasión con la primera estrofa de la más conocida canción de Oscar Humberto Gómez, El campesino embejucao, que mejor expresa lo difícil que es opinar en el país de la Seguridad Democrática sin que a uno lo vistan de camuflado, lo pinten de algún color y lo señalen como opositor pero, en el sentido del delito.

Me tienen arrecho con tanta juepuerca preguntadera
que qué color tiene mi bandera que si soy godo o soy liberal
Me tienen berraco con tanta juepuerca averiguadera
que si soy eleno que pelotiquera, apoyo a las AUC o soy de las FARC
Me tienen mamao con tanta juepuerca interrogadera
que si yo a la tropa le abro la cerca que si le doy el agua de mi manantial
que si soy comunista, de ANAPO, de la izquierda, de la derecha
que si imperialista, que joda arrecha resulta querer vivir uno en paz
Yo soy campesino trabajador,pobre y muy honrado
vivía muy alegre pero me tienen embejucao

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