Es importante destacar el excelente comportamiento ciudadano el día de las elecciones, no hubo violencia y se pudo votar con libertad y sin contratiempos. Los resultados electorales para Alcaldía estuvieron a tiempo, permitiendo de manera ágil y confiable, dar a conocer el nombre del ganador.
Lamentablemente, los resultados para Concejo Municipal siguen lentos y a la fecha de hoy, 1 de noviembre de 2019, aún no se conocen los nombres definitivos de los 17 concejales que ejercerán el control político en la ciudad distrital, pese a que las elecciones se llevaron a cabo hace 5 días. Aun así, ya se tiene claridad de cuáles fueron las fuerzas políticas que ganaron la contienda.
La lucha por la Alcaldía de Barrancabermeja estuvo enmarcada por una fuerte polarización entre las dos campañas que al final resultaron con mayor votación, reduciendo las posibilidades de los demás aspirantes al primer cargo público de la ciudad.
Un hecho notorio y que definitivamente hay que corregir, son las «exigencias del elector primario» hacía las campañas, con relación a lo que llaman la “logística”.
Es muy terrible que a los candidatos les exigen —en vez de propuestas y planteamientos serios y realizables— gasolina, agua, transporte, refrigerio, camisetas, dinero para pagar recibos de servicios públicos, tejas, cemento y hasta dinero en efectivo, encareciendo enormemente el costo del proceso electoral.
Lamentablemente, lo que la gente no sabe o no entiende, es que ese dinero que se gasta en campaña solo hace que el candidato —en la mayoría de los casos— «hipoteque la Alcaldía», de tal manera que cuando llega a gobernar, lo más seguro es que primero quiera “recuperar su inversión” y luego empiece ahorrar, apropiándose de los recursos públicos, para un próximo proceso electoral en donde la gente nuevamente le va a exigir lo mismo del debate anterior.
¿Cuál sería la solución al problema?
El día que los ciudadanos solo les pidan a sus gobernantes que «gobiernen bien» y que el voto sea el único termómetro para medir su gestión, ese día se acaba la corrupción, se reduce la pobreza y la desigualdad.
De los candidatos a la alcaldía brevemente se podría decir lo siguiente:
Claudia Andrade, en su mejor estilo, aguerrida, contestataria, le faltó tiempo de campaña y un discurso que llegara más a la gente.
Pablo Arteaga, poco conocido, hizo algunas cosas innovadoras en el tema de redes sociales, pero no logro despertar el sentimiento de la gente.
Freddy Pulecio, una vieja figura del sindicalismo en la ciudad hizo una campaña enarbolando las eternas luchas obreras, le falto más presencia y conexión con la gente, campaña que se fue desvaneciendo en la escena.
Nicolás Contreras, la revelación electoral de este proceso, con una campaña creativa, moderna, un toque juvenil, un discurso nuevo, salió sacrificado por la enorme polarización que hubo al final. Nicolás es la nueva promesa que —al menos durante esta campaña— representó lo que la gente pedía a gritos, renovación, preparación, discurso y sin ataduras politiqueras. Elemento humano para tener en cuenta en próximos procesos.
Jonathan Vásquez, la gran desilusión, terminó «haciéndole un duro daño al voto de opinión en Barrancabermeja» que tras palpar su metamorfosis que lo transformó de ser un joven cívico, «anticorrupción» en el 2015, a un candidato duramente cuestionado por sus lazos con la politiquería y la corrupción, no solo local, sino nacional, ese voto de opinión decidió votar por el ganador Alfonso Eljach.
Tan solo en los tiempos de campaña podemos decir que el candidato Cívico, violó abiertamente los topes electorales en su proceso para recoger firmas y destruyó su gran propuesta renovadora de la política que tuvo en el 2.015.
Jonathan ofrecía ladrillos en su proceso de recolección de firmas, se asoció con los Gnecco del Cesar, casta política duramente cuestionada por su accionar y su pasado y para terminar, le arrebató el aval a varios precandidatos a la Alcaldía, después de haber despotricado de los partidos políticos en una abierta contradicción con su discurso de campaña.
Jonathan era totalmente incoherente entre lo que decía y lo que hacía porque en su campaña se observó el derroche más grande de recursos que se tenga historia en la ciudad, batallones completos de seguidores, uniformados de pies a cabeza, recorrían a diario la ciudad.
Y para cerrar con «broche de oro», el candidato Jonathan Vásquez se mostró falto de preparación y poco conocedor de sus propias propuestas, ofreció un relleno sanitario para el corregimiento El Centro (mientras en su programa de gobierno hablaba de una planta procesadora), además ofreció 12.000 “oportunidades” de empleo, pero en su programa de gobierno se le olvidó incluir esa promesa electoral.
Para terminar, sus seguidores —atendiendo quizás la solicitud que el mismo candidato hacía en tarima de que lo defendieran en las redes sociales— protagonizaron una estúpida «cacería de brujas» por toda la ciudad en una campaña sucia, de una agresividad tal, que fue rechazada de plano por la comunidad, creando un impacto negativo, al mejor estilo del efecto boomerang, que terminó sepultando las aspiraciones del candidato “Cívico”.
El ganador de la jornada fue Alfonso Eljach, quien mientras su rival más cercano cometía uno y otro error (casi a diario), la campaña de Eljach se apropió de emblemas de la ciudad como el bocachico, el fritosudao, el comemango, en un nuevo estilo de hacer propaganda electoral, donde la gente era la que compraba sus propias camisetas.
Eljach aprendió de sus pasadas experiencias y en está ocasión se supo rodear, y aunque varios caciques electorales de la ciudad lo apoyaban, claramente su propuesta y su campaña estuvo dirigida al ciudadano del común, alejada de las estructuras políticas tradicionales, con una fuerte dosis de integración y un mensaje esperanzador.
El triunfo de Alfonso Eljach se basó en su conocimiento de la ciudad, siempre se vio seguro de conocer los asuntos propios que como gobernante debe afrontar y de ofrecer soluciones e iniciativas que beneficiaran a todos los ciudadanos de la ciudad, nunca se mostró excluyente, «no dividió la gente entre buenos y malos», jamás amenazó a nadie por votar por otro candidato, siempre hablo de unidad, manifestando que «juntos podremos salir adelante».
De otro lado las presentaciones en familia de Alfonso Eljach le sumaron puntos a favor, su esposa, una mujer con pinta de primera dama, lo acompañó siempre con la prudencia, pero a su vez con la fortaleza debida, dando un mensaje de unidad familiar y de personas maduras, listas para gobernar la ciudad.
Alfonso supo ganarse la gente, se mostró tal cual es, un barranqueño amante de su ciudad, descomplicado, cercano a su militancia, que le gusta y disfruta la comida y las costumbres de su gente.
¿Qué pasó en las elecciones a Concejo Municipal?
Por los lados del Concejo hubo cambios, «se quemaron viejas figuras de la política local» que incluyeron amigos muy cercanos al alcalde electo, dando un nuevo aire a la corporación edilicia.
En lo programático no hubo propuestas nuevas entre los más de 300 aspirantes, hasta ahora analistas políticos consideran que el alcalde electo «comienza con unas cómodas mayorías» que le permitirán tener más maniobra a la hora de gobernar.
La Asamblea de Santander cuenta con tres representantes barranqueños, Camilo Torres, Emel Harnache y Nakor Rueda.
El nuevo Gobernador Mauricio Aguilar ganó con un estrecho margen frente a Leónidas Gómez, mientras que el barranqueño Elkin Bueno terminó con una escasa votación decepcionando nuevamente a sus seguidores por su actuar irresponsable.
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