Emma Lembke, una joven de 19 años, está alentando a sus compañeros a reducir el tiempo que pasan en línea y a repensar su relación con internet.
Tal vez los milénials hayan sido la primera generación en cumplir la mayoría de edad en línea, pero sus sucesores de la generación Z, de hecho, crecieron en ella y rara vez se desconectan.
Un estudio del Centro de Investigaciones Pew de 2018 encontró que el 95 por ciento de los adolescentes tiene acceso a un teléfono inteligente y un 45 por ciento afirma que usa internet casi todo el tiempo.
En el caso de muchos, las redes sociales han sido un espacio para la autoexpresión, el entretenimiento y la conexión.
Sin embargo, a medida que el uso de las redes sociales aumenta entre los adolescentes, también lo hacen los índices de depresión, ansiedad y suicidio.
Aunque la relación no está directamente correlacionada, hay evidencia de que algunas plataformas exacerban los problemas de salud mental de los jóvenes; por ejemplo, la denunciante Frances Haugen filtró a The Wall Street Journal documentos relativos a una investigación interna de Facebook, que mostraban que Instagram empeora los problemas de imagen corporal de una de cada tres adolescentes.
Un estudio de marzo publicado en la revista científica Nature reveló que la relación entre el uso de las redes sociales y la salud mental variaba por edad, pero que hay dos ventanas de tiempo en las que es más probable que el uso de estas plataformas tenga un efecto negativo en el bienestar de los adolescentes: al comienzo de la pubertad y, la segunda, alrededor de los 19 años.
Emma Lembke, estudiante de segundo año de la Universidad de Washington en San Luis, experimentó esos efectos negativos de primera mano.
Por eso, en junio de 2020 puso en marcha el Movimiento Log Off (log off significa desconectar o cerrar sesión).
El proyecto pretende estimular el diálogo entre los jóvenes que sienten los efectos adversos de las redes sociales y quieren modificar su relación con ellas.
En una entrevista telefónica, Lembke, de 19 años, habló del movimiento que inició, de los aspectos positivos y negativos de las redes sociales y de cómo ha trabajado para reducir cómo influyen en su bienestar. La entrevista ha sido editada para mayor claridad.
¿Cuál fue la primera red social a la que te uniste?
Fue Instagram, a los 12 años.
¿Cómo fue para ti la experiencia de estar en las redes sociales?
Pasaba al menos seis horas al día en esas aplicaciones, nada más desplazando la pantalla, absorbiendo todas esos estándares corporales tan poco realistas. A la larga, todo eso se convirtió en un trastorno alimenticio.
Se volvió este bucle horrible de ir a estas aplicaciones, sobre todo a Instagram, en donde acababa sintiéndome peor conmigo misma, pero sentía que no podía dejar de estar ahí porque la red ejerce este extraño poder sobre mí.
Las redes sociales sirvieron como una herramienta de amplificación de atributos y sentimientos negativos que realmente no quería sentir.
Muchos reportajes recientes hacen énfasis en los efectos negativos que las redes sociales pueden tener en los jóvenes y en la autoestima.
¿Cómo influyeron esas noticias en tu reflexión sobre el proyecto?
El primer artículo que leí y que me motivó a llevar a cabo mi proyecto fue “How Smartphones Destroyed a Generation” (Así es como los teléfonos inteligentes destruyeron a una generación).
Me encontré con un estudio tras otro que mostraba la posible correlación entre las mayores tasas de ansiedad, suicidio y trastornos alimenticios que se siguen junto con el aumento de las tasas de uso.
¿Qué otros factores impulsaron tu decisión de iniciar el Movimiento Log Off?
Lo más impactante para mí no fueron los estudios. Fue el hecho de que no se estaban contando las historias personales y no había un epicentro donde la gente pudiera reunirse y decir: “Esta es mi experiencia personal”. “Así es como me hizo daño a mí”. “Estas fueron las publicaciones que me hicieron sentir peor conmigo mismo”. Sabía que era necesario. Quería sacarlo a la luz.
Como integrantes de la generación Z, entendemos que las redes sociales tienen atributos positivos y negativos, pero ahora mismo, en su uso actual, pueden ser de verdad perjudiciales.
¿De qué manera aborda estas cuestiones el Movimiento Log Off?
A través de nuestro pódcast, un consejo de liderazgo, un programa educativo sobre cómo utilizar los espacios cibernéticos de manera segura y blogs, debatimos las vías para avanzar con la tecnología y permitir que vuelva a ser una herramienta en lugar de un controlador.
Lo que pedimos a los adolescentes es que se sientan cómodos hablando de sus experiencias para que podamos educar a los legisladores y que entiendan la perspectiva de la generación Z, lo que necesitamos de la tecnología, qué preocupaciones de privacidad tenemos, qué preocupaciones de salud mental compartimos.
Tenemos una iniciativa de defensa a través de Tech[nically] Politics, que impulsa leyes que ayudan a garantizar que los adolescentes tengan una experiencia segura en línea, en específico trabajamos en el proyecto de ley del código de diseño apropiado para la edad de California.
Tu sitio web menciona que te propones impulsar maneras saludables de existir en las redes sociales, más que pedirle a la gente que cierre sesión en sus cuentas para siempre.
¿Cómo es una relación sana con las redes sociales?
Sé que, en mi caso, no puedo desconectarme por completo. Un uso saludable de las redes sociales sería cualquier interacción en la que el usuario sienta que se beneficia y que su salud no se ve perjudicada.
Es desconectarse mentalmente por un segundo y reflexionar sobre lo que te hace más feliz y por qué estás en las redes sociales. Si no te beneficias para nada, entonces diré que el tipo de existencia más saludable en las redes sociales y el hábito más saludable es no estar en ellas.
Tener alguna presencia digital parece inevitable en los tiempos actuales.
Sin embargo, no tiene por qué absorbernos por completo. ¿Cómo has adaptado tu propia relación con las redes sociales? ¿Qué te ha funcionado?
Siempre que paso por un periodo de estrés por los exámenes, borro Instagram. Sé que en periodos de estrés, me voy a inclinar por usarlo sin sentido para sobrellevar la situación. Otra cosa que me ha funcionado es Grayscale, que hace que los colores del teléfono aparezcan en blanco y negro.
Siempre sugiero Screentime Genie, que ofrece soluciones sobre cómo limitar el tiempo frente a la pantalla. Utilizo Habit Lab para Chrome, que te ayuda a reducir el tiempo que pasas conectado. Crea un nivel de fricción entre tu persona y la tecnología adictiva.
¿Hay aplicaciones que te gusten especialmente?
Mi favorita es BeReal. En cualquier momento del día te mandan una notificación que te dice “Es hora de ser verdadero”. Y le tomas foto a lo que sea que estás haciendo. Y se siente como un momento genuino del día de una persona.
¿Qué comentarios han tenido de otros adolescentes?
Una pasaba seis horas al día en las redes sociales y dijo que le dolían los ojos. Al desconectarse, dijo, ahora puede ver mejor. Solo se siente como si el mundo fuera mucho más nítido, tanto de manera mental como física para ella.
¿Qué cambios has visto en tu salud mental como resultado de ponerle límites a tu consumo de redes sociales?
Todavía tengo que enfrentar mi desorden generalizado de ansiedad, mi TOC. Pero puedo decirte, significativamente, que los síntomas, sobre todo en lo que respecta a mi imagen corporal, de verdad disminuyeron.
¿Cuál es tu principal objetivo con este esfuerzo?
Nada más espero que resulte en una especie de cambio que priorice el bienestar de los usuarios en estos entornos digitales. La tecnología está en el ADN de nuestra generación. Se trata de impulsar la regulación, para que se produzca un cambio más sistemático en el que los individuos puedan sentirse más protegidos y encontrar hábitos más saludables.
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