Se conoció hace unos días la adjudicación de un contrato de suministro de alimentos para Ecopetrol y la polémica se desato.
En Barrancabermeja hubo una profunda insatisfacción, decepción y molestia entre diferentes sectores sociales y económicos debido a que las empresas locales fueron dejadas por fuera del proceso y se adjudicó a una empresa foránea.
Otro episodio más de una cadena de desplantes y veladas agresiones al municipio y a su clase empresarial y comercial. En aras a la transparencia y a la productividad se ha discriminado, excluido y ultrajado a emprendedores locales, que después de años de trabajo y esfuerzo han sobrevivido por su capacidad e innovación.
No hay que olvidar que hace unos años la estatal petrolera convoca a la clase empresarial de Barrancabermeja para que se preparara para el proceso de modernización de la refinería, que iba a demandar del municipio y sus empresarios, comerciantes y trabajadores una serie de inversiones para atender un proyecto de escala internacional.
Hasta desarrolló y cofinanció un programa de articulación público – privada para ese proceso de preparación.
Luego, con el pasar de los años el proyecto de modernización de la refinería se archivó, sin mayores explicaciones y sin darle la cara a una ciudad que se endeudo y preparo para encarar semejante desafío. Lo peor fue que ha pasado el tiempo y con desfachatez se sigue sin dar una verdadera respuesta a un capitulo funesto de engaño y perfidia a Barrancabermeja.
Por eso este nuevo episodio no sorprende a nadie en Barrancabermeja, solo despierta más indignación e irritación social. Los empresarios y contratistas locales se han ido acostumbrando a la fuerza a ser subcontratistas, a ser empleados de empresas y consorcios de compañías que en el papel son grandes conglomerados, de gran experiencia y musculo financiero, y que logran los contratos.
En la realidad esas grandes empresas son tan vulnerables como las locales, así lo dejo ver la pandemia, pues a escasos días de iniciar las restricciones y el aislamiento social, medidas tomadas para controlar el contagio de la enfermedad, esas compañías empezaron un proceso de licenciamiento de sus trabajadores, a pesar de las medidas de protección tomadas por el gobierno nacional.
Esas empresas no fueron capaces de sostener ni por una quincena los salarios de sus obreros y el desempleo se incrementó en el comienzo mismo de la cuarentena.
Y frente a ese hecho Ecopetrol miro para un lado, la transparencia y la productividad no le permitieron proteger a los trabajadores barranqueños frente a las medidas arbitrarias de las empresas que desarrollaban labores pagadas por la estatal petrolera.
Es cierto que Ecopetrol proclama su responsabilidad social empresarial, que le sirve para comprar y suministrar ayudas a las familias más necesitadas del municipio en estos tiempos de pandemia, además de dotar un moderno laboratorio para el desarrollo de pruebas de identificación de contagiados del Covid 19.
Loables inversiones en estos tiempos de crisis pero que no cumplen con lo que se espera de la empresa petrolera. Ecopetrol no se rige por las normas públicas de contratación, se rige por la regulación privada y tiene su propio manual de contratación, lo que debería ser un elemento que no solo estimule, sino que ayude al desarrollo de la economía local.
Pero la realidad es otra.
La forma de contratar se ha convertido desde hace muchos años en un mecanismo para dejar por fuera a los pequeños y medianos empresarios locales, que en últimas son los que terminan siendo subcontratados y ejecutan muchos de los proyectos, pero a unos precios que apenas permiten la supervivencia de las compañías locales. Esa es una verdad de apuño que pocos proclaman por el temor a ser vetados o aún más excluidos.
Las empresas locales se han tenido que acostumbrar a la fuerza a que las condiciones las pone la petrolera, sin posibilidad de reclamar o protestar, porque los mecanismos velados de exclusión son efectivos y temen quedar en el ostracismo.
Ecopetrol lamenta y condena las acciones de hecho que algunas comunidades realizan en el marco de la protesta social que realizan. Pero no atienden que la verdadera responsabilidad social empresarial es la contratación de empresarios y trabajadores locales, con las compañías locales, que son las que pueden generar dinámica económica local.
Aunque no quiera o no le guste, Ecopetrol es la principal empresa de Barrancabermeja, y del país, lo que hace que tenga un impacto económico y social muy importante. Eso hace que tenga un papel crucial en la economía local.
Lamentablemente Ecopetrol tiene sus oficinas centrales en Bogotá, una cosa incomprensible para esa empresa, pues sostener toda una burocracia en la capital del país en vez de ahorrar recursos y tiempo teniendo ese equipo de funcionarios en Barrancabermeja en tiempos donde la tecnología permite acercar y no se justifica tener cientos de empleados tan lejos de la operación del negocio.
Esas decisiones que se toman en Bogotá no entienden la dinámica social y económica del territorio donde se desarrolla la actividad petrolera.
No entiende las relaciones de la comunidad con esa actividad. Una total decepción.
Por eso termina el Estado usando acciones de fuerza contra la gente, reprimiendo la protesta social y generando más gastos a Ecopetrol, por la suspensión de actividades, por los convenios con la fuerza pública, por la reactivación de actividades, etc.
Todo eso se podría evitar con una verdadera responsabilidad social empresarial, con espacios de concertación con el empresariado y los trabajadores locales. La Cámara de Comercio de Barrancabermeja y la USO podrían ser aliados en una forma diferente de llevar los procesos de contratación, en espacios de diálogo y concertación, con verdadera transparencia y productividad.
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