Quiero entender por qué razón de un tiempo para acá todo lo que no le gusta a cierto sector político de este país termina etiquetado como ‘mamerto’.
Si uno lamenta el impacto del cierre de compuertas de Hidroituango sobre el caudal del río Cauca, sus consecuencias ambientales y los más de cincuenta y siete mil peces muertos, entonces uno es un ‘mamerto’.
Dicen los dueños del detector de ‘mamertos’ que hay que proteger a EPM, que se salvaron vidas humanas, que se evitó una tragedia mayor. Es imposible no estar de acuerdo con las tres, faltaba más, pero ninguna de ellas elimina o reduce las consecuencias de lo ocurrido la semana pasada.
No podemos olvidar que, durante varios días, los pescadores del bajo Cauca se quedaron sin el río que les da sustento. Es innegable que pasarán años antes de que se logre recuperar el río del golpe ecológico. ¿Ser consciente de ello lo hace a uno ‘mamerto’?
Si uno alza la voz ante el incesante asesinato de líderes sociales en varias regiones del país, entonces uno es un ‘mamerto’.
Que los asesinatos no son por causa de su labor social, dicen unos. Que por qué se hace bulla con el asesinato de los líderes y no con la muerte de policías y soldados, señalan otros. ¡Hágame el favor!
Toda muerte debe ser condenada, la de los cadetes de la Escuela de Policía, la de los policías en Arauca y la de los líderes del Catatumbo. No hay muerte que se justifique, y todas deben causar rechazo y llevar a la movilización del país. ¿Pensar eso lo hace a uno ‘mamerto’?
Si uno dice que el horror de las balas perdidas debería llevarnos a una reflexión sobre la tenencia de armas de fuego en el país y la urgencia para que se ejerza un mayor control, entonces uno es ‘mamerto’.
Es como si las 170 víctimas de balas perdidas que dejó el 2018 y las 19 de este año fueran algo mínimo, un error estadístico. Parece que resulta mejor entregar armas a ‘la gente de bien’ y así garantizar seguridad ante la amenaza de los delincuentes.
— ¿No sería mejor fortalecer la Fuerza Pública?
— ¿No sería mejor avanzar con firmeza hacia la consolidación del monopolio de las armas por el Estado?
— ¿Pensar eso lo hace a uno ‘mamerto’?
Si uno se preocupa porque un negacionista del conflicto armado en Colombia llamado Darío Acevedo está a punto de ser nombrado en la dirección del Centro de Memoria Histórica, entonces uno es un ‘mamerto’.
Señalan los ‘antimamertos’ que criticar ese nombramiento es una posición pro-Farc.
Que se quiere inclinar la balanza de la historia hacia la izquierda. Que desconocer el conflicto es una posición basada en los hechos. Que Colombia ha vivido bajo una amenaza terrorista.
— ¿No es esto inclinar la balanza hacia la invisibilización de una porción de nuestra historia?
— ¿No es una posición que va en contravía de los principios de investigación de las ciencias sociales?
— ¿No sería mejor un académico sin etiquetas?
— ¿Pensar esto lo hace a uno ‘mamerto’?
— ¿Hasta dónde llegará esta iniciativa de estigmatizar a aquel que piensa distinto?
— ¿Hasta cuándo van a seguir graduando de ‘mamertos enmermelados’ y pro-Farc a aquellos con quienes no comparten opinión?
Se nos está yendo la vida señalando a unos y otros. Culpándonos entre nosotros de los males del país, atizando así la llama del incendio futuro. Como si nos importara el mañana de polarización que nos llevará a la debacle.
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JUAN PABLO CALVAS, periodista, fue director de los noticieros radiales de la Radio Nacional de Colombia y actualmente es editor general de W Radio
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