Por Horacio Serpa
2010 termina como uno de los años más movidos de las últimas décadas. Son tantos los acontecimientos que es imposible enumerarlos todos en una sola página. Basta decir que en la lista de cosas positivas esta la liberación de varios secuestrados en poder de la guerrilla, la muerte en combate de los más sanguinarios jefes militares de las Farc, la enérgica defensa de la Constitución realizada por la Corte Constitucional, la elección del Presidente Santos, el renacimiento del Partido Liberal, el restablecimiento de las relaciones con los países vecinos, el destape de las chuzadas, el castigo a los parapolíticos, la grandeza de la Corte Suprema de Justicia, la elección de la nueva Fiscal General y la aprobación de una nueva ley de víctimas.
Nuestra democracia termina fortalecida y se consolida como una de las más maduras y sólidas del continente. Aquí nunca habrá espacio para aventuras populistas ni mandatos eternos. Aquí la tiranía no tiene cabida. La Corte Constitucional y la Corte Suprema de Justicia defendieron la institucionalidad y salvaron la democracia.
A pesar de esos logros, al mismo tiempo, se vivieron los más oscuros capítulos que una democracia puede vivir: las chuzadas del Das, las acciones ilegales contra políticos, líderes de la oposición, periodistas y magistrados de las Altas Cortes son una vergüenza nacional. A pesar de que ya se conoce gran parte de los hechos, aún el país espera que se castiguen a los verdaderos culpables, no a las señoras de los tintos de la Corte Suprema de Justicia, ni a los escoltas de bajo rango del Das.
El caso de las chuzadas es mil veces más grave que el Watergate, que significó la renuncia del Presidente Nixón en Estados Unidos. Las averiguaciones ya llegaron a los entonces asesores y el secretario General de la Casa de Nariño. Los falsos positivos nos avergüenzan como sociedad y como Estado. El país pide que no haya impunidad
2011 será un año lleno de noticias. En el campo judicial se esperan fallos decisivos en el caso de las chuzadas, AIS, Fondelibertad, la Dirección Nacional de Estupefacientes, Incoder, las contrataciones corrompidas, y tantos otros escándalos de corrupción que han revelado la conspiración de altos funcionarios y empresarios para saquear el erario, entregar el Estado a los paramilitares y lastimar la democracia. En campo político habrá elecciones y tendremos que elegir a los mejores. Habrá un nuevo mapa político.
2011 tiene que ser el año de la lucha contra la corrupción, la reconstrucción de Colombia y la búsqueda de la paz.
A esa labor tenemos que entregarnos todos. Por mi parte, seguiré luchando porque Santander siga contribuyendo al mejoramiento de Colombia, con pulcritud y criterio social y para que entre todos reconstruyamos las vías, los pueblos y la infraestructura arrasada por el invierno. Ese es mi propósito como Gobernador y ciudadano. Feliz año nuevo para todos.