Por: Héctor Riveros
Las campañas suelen ser engañosas. Donde no hay simpatía fuerte por partidos políticos, los electores se concentran en dos cosas: las condiciones personales del candidato y su posición en el dilema al que se reduce la elección.
Lo de fondo, el tipo de gobierno y las políticas públicas que va a implementar quedan en un segundo plano.
Importa mucho si el candidato es carismático u honesto, para citar dos de las virtudes más valoradas. Importa mucho la posición del candidato frente a la disyuntiva fundamental, por ejemplo, como ocurre en Colombia, si queremos o no ser como Venezuela. Esas dos variables tienen ganando al candidato de Uribe.
Iván Duque es una persona respecto de la cual nadie tiene alguna crítica personal, es estudioso y disciplinado, es inteligente y en general es una buena persona y pues todo el día repite que no permitirá que seamos como el régimen de Maduro.
Algunos dicen que de pronto se distancia de Uribe como lo hizo Santos. No se discute en cambio cómo sería su gobierno, que es lo verdaderamente importante.
No se trata, claro, de saber si Duque tiene sus propias ideas o si tiene carácter para no aceptar imposiciones, se trata de que Duque es el vocero de una organización que tiene un jefe y unas ideas fuertes.
Ante las amenazantes encuestas que incluso permiten vaticinar que el uribismo ganaría en la primera vuelta, resolví repasar como podría ser ese gobierno y me encontré con que sería como el de Trump, solo que peor.
Esta es una muestra de lo que pasaría si finalmente gana:
– Le rebajaría los impuestos a los ricos como Trump, como consecuencia de lo cual renuncia a la principal función de los tributos que es compensar las diferencias que se dan en el ámbito de lo privado. Ya en los ocho años pasados de uribismo se concedieron tantas exenciones y privilegios que todos los expertos coinciden en que hay que eliminar todo eso si no queremos que siga pasando que el propietario de la empresa paga menos impuestos que el cajero y que después de cobrar impuestos la sociedad es más desigual que antes, cosa insólita que no pasa en ninguna otra parte del mundo. Si el uribismo gana eso no solo seguiría pasando, sino que se acentuaría.
– Promovería una intervención militar en Venezuela como quiere Trump. Este punto no requiere mucha explicación, quizás sería de los primeros actos de su gobierno y esa amenaza generará una zozobra sin nombre en las zonas de frontera.
– Pondría la protección ambiental en segundo plano como Trump. El uribismo comparte con el presidente de los Estados Unidos la idea de que las restricciones ambientales son un obstáculo injustificado para el crecimiento económico y que no hay que sacrificar lo importante por unas ideas de las que desconfía o en las que no cree. El tal cambio climático no existe y menos si cuestiona la ganadería que es la actividad económica principal del jefe del partido.
– Basaría su estrategia de seguridad en el castigo como lo hace Trump. Ya el gringo propuso la pena de muerte para los narcotraficantes y el uribismo querrá hacer populismo punitivo. Promoverá la instauración de la cadena perpetua y se valdrá del abuso a menores para arrancar a recorrer ese camino en medio de aplausos del gran público.
– Se enfrentaría al poder judicial como Trump. El presidente norteamericano se pelea con los jueces porque le han trancado varias de las decisiones que ha tomado y que contrarían principios básicos de la democracia estadounidense. Acá está todo servido para, montado en el desprestigio del poder judicial, promover una reforma aparentemente bondadosa que tendrá dos objetivos inconfesables, uno, renovar la cúpula de la rama para tratar de incidir en su conformación y dos, recortar los crecientes poderes de los jueces y especialmente limitar las tutelas y las acciones populares que tanto protegen a los ciudadanos de a pie.
– Perseguiría a la prensa como Trump. El jefe del uribismo ya amenazó a Daniel Coronell con hacer todo para cerrar Noticias Uno. El trino de Uribe son las orejas del lobo y la respuesta de Duque en la que se compromete a lo básico que es respetar la libertad de prensa es la piel de oveja de la escena.
– Vería a los opositores, a los líderes sociales y a los promotores de derechos humanos como sospechosos de terrorismo como lo hace Trump. Tampoco hay que ir muy lejos para comprobar esta afirmación, bastaría leer historia contemporánea de Colombia, si la hubiera, para verificar la actitud de Uribe frente a esas personas.
– Desmontaría las políticas de su antecesor para competir por el capítulo de la historia como lo hace Trump con lo que dejó Obama. Esa disputa por el capítulo de la historia llevará a que se cancelen algunas de las políticas públicas por el solo hecho de que la gente las pueda asociar a Santos.
– Conformaría mayoría en el Congreso a punta de mermelada como quiere hacerlo Trump. Esa opción no es fácil llevar a cabo en los Estados Unidos, pero en Colombia ha sido la práctica y solo se mantendría. Eso es lo que Duque le está proponiendo a los congresistas que han estado en la Unidad Nacional para llevárselos a su campaña y varios han caído en la tentación, abandonan a Santos y se van sin ningún pudor para las toldas opuestas al gobierno que sostuvieron durante ocho años y
– Haría todo lo posible por incumplir el acuerdo que sirvió para desarmar a las Farc como no se atrevería Trump. Los primeros meses de un eventual gobierno del Centro Democrático estarían signados por una enorme incertidumbre por la decisión de desmotar las condiciones convenidas para la desmovilización. El uribismo no reconoce que las Farc han cumplido el acuerdo y por tanto será fácil decir: ustedes no han cumplido, nosotros no lo haremos.
En conclusión, ese gobierno pintaría ser como el de Trump solo que un poco peor.
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