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Las anécdotas de Pedro Severiche – El cristal de la mirada

No hay duda, Mario Evan: ese Mundial de Patinaje fue un momento único y feliz que vivió Barrancabermeja. De nuevo gracias mil. - Los chinos le tenían miedo a la tea principal de refinería: sentían que los iba a quemar porque la tenían muy encima

Las anécdotas de Pedro Severiche - El cristal de la mirada
Fotografías: Orlando Russo

Corría el año 1996, y Barrancabermeja estaba de fiesta internacional.   El Primer Campeonato Mundial Juvenil de Patinaje había llegado como anillo al dedo para presumir de nuestros atardeceres, del Rio Magdalena y, de paso, nuestra emblemática refinería.

Entre las delegaciones destacaban los italianos con su pasta al dente, los argentinos, expertos en patinar (sobre todo deudas), los neozelandeses que parecían sacados de una postal, los venezolanos con su alegría contagiosa y, cómo no, los chinos, callados como sus sellos de “Made in China”.

Por esas vueltas del desempleo y otras hierbas, a mí me tocó ser el traductor de la selección de Estados Unidos.    No eran solo un equipo: había niños patinadores, padres orgullosos, madres jóvenes y hasta algún colado que aprovechaba la excusa del campeonato para darse un paseo por Sudamérica.

Un grueso número era el de los traductores en esa Torre de Babel.    Una de mis compañeras era una sueca nacionalizada colombiana, atrapada en estas tierras por un amor tropical. 

Ella y yo éramos como uña y mugre, compartiendo la faena lingüística.   De ella guardo el mejor de los recuerdos, pero me quedó pendiente escribir su crónica:   Un amor que cruzó los mares.  Le perdí el rastro. 

Todo iba según el manual de los eventos deportivos internacionales hasta que notamos algo raro.    Los chinos comenzaron a observarnos con una mezcla de seriedad, curiosidad y diversión.   Pero no miraban al estadio, ni a la pista, ni siquiera al campeonato … nos miraban a nosotros.

Primero permanecían serios, luego soltaban risitas discretas, hasta que finalmente estallaban en carcajadas que daban ganas de preguntar: “¿Cuál es la maricada?”

La incomodidad fue escalando, así que me armé de valor y me acerqué al traductor chino, dispuesto a resolver el misterio.

—¿Qué es lo que tanto les da risa? —le pregunté, intentando sonar entre curioso y ofendido.

El hombre, con una tranquilidad que desarmaba, respondió sin titubear:

—Dicen que ustedes son todos iguales, que todos se parecen.

¡Ah, no joda! ¿Nosotros? ¿Iguales? 

Si algo tiene Barrancabermeja es diversidad: caras morenas, blancas, mestizas, con bigote, sin bigote, orejas grandes, chiquitas… ¡un mosaico humano!

Sin embargo, para los chinos éramos una copia tras otra. 

Lo curioso es que, mientras ellos nos veían como clones, nosotros los veíamos igualitos: ojos rasgados, peinados idénticos, misma altura y una disciplina que parecía envasada al vacío.

En ese momento entendí algo importante: la percepción es una cosa jodida, y la famosa frase de que todo depende del cristal con que se mire no podía ser más cierta.

Al final, me uní a sus risas.   Porque, si algo sobra en estos intercambios culturales, es tiempo para mamar gallo y aprender a reírnos, incluso, de nosotros mismos.

PD1 .- No hay duda, Mario Evan: ese Mundial de Patinaje fue un momento único y feliz que vivió Barrancabermeja. De nuevo gracias mil.

PD2.- Los chinos le tenían miedo a la tea principal de refinería: sentían que los iba a quemar porque la tenían muy encima… 

Fotografías: Orlando Russo.

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Pedro Severiche Acosta, comunicador social y periodista, actual presidente de la Asociación de Periodistas de Barrancabermeja APB.

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