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Medios tradicionales de comunicación sufren por que ya no los dejan mentir en paz

Los medios tradicionales de comunicación añoran los tiempos pasados en los que monopolizaban la radio, la televisión y la prensa. Estos medios vivían en una especie de burbuja, donde tenían el control absoluto sobre la difusión de noticias y la formación de opiniones en la sociedad.

Medios tradicionales de comunicación sufren por que ya no los dejan mentir en paz

Para los medios tradicionales de comunicación es común reclamar  ahora que ya no pueden mentir en paz. Estos medios se aferran a sus opiniones como si fueran verdades absolutas, sin darse cuenta de que vivimos en un mundo en constante evolución y en el que se fomenta el debate y la discusión abierta.

En el pasado, la falta de acceso a la información y las limitaciones en la comunicación dificultaban el intercambio de ideas y opiniones divergentes.

Los medios tradicionales podían imponer sus creencias sin ser desafiadas, lo que les daba una sensación de seguridad y certeza. Sin embargo, con los avances tecnológicos y la democratización de la información, esto ha cambiado radicalmente.

En la era de las redes sociales y la conectividad global, cualquier opinión puede ser cuestionada y debatida por personas con diferentes puntos de vista.

Esto puede resultar incómodo para aquellos que se aferran a ideas obsoletas o infundadas.

En lugar de aceptar el desafío intelectual y buscar el crecimiento personal a través del intercambio de ideas, los medios tradicionales optan por reclamar y quejarse.

Es importante destacar que el respeto por la libertad de expresión es fundamental en una sociedad democrática. Sin embargo, esta libertad no implica que las opiniones estén exentas de críticas o interrogantes.

El debate saludable es una herramienta poderosa para el progreso, ya que nos permite cuestionar nuestras creencias y aprender de otros puntos de vista.

Aquellos que reclaman porque no los dejan mentir en paz pueden tener miedo de enfrentar la realidad o sentirse amenazados por ideas contrarias a las suyas. Sin embargo, este miedo no justifica su negativa a participar en el debate y a considerar diferentes perspectivas. La verdadera sabiduría proviene de la capacidad de reconocer nuestras limitaciones y estar abiertos al aprendizaje constante.

La sociedad avanza cuando se fomenta un diálogo constructivo y se promueve el pensamiento crítico.

Aquellos medios de comunicación que se aferran a sus opiniones sin considerar otras perspectivas se limitan a sí mismos y pierden la oportunidad de crecer y desarrollarse.

En lugar de reclamar y quejarse, es necesario que fomenten un ambiente en el que las ideas puedan ser cuestionadas y debatidas, promoviendo así un progreso social y personal significativo.

Los medios tradicionales de comunicación añoran los tiempos pasados en los que monopolizaban la radio, la televisión y la prensa. Estos medios vivían en una especie de burbuja, donde tenían el control absoluto sobre la difusión de noticias y la formación de opiniones en la sociedad.

Para este grupo, la llegada de las redes sociales y la participación activa de la gente común y corriente en la generación de contenido y opiniones ha supuesto una amenaza a su poder y privilegio.

Para ellos, la opinión de la gente en las redes sociales les parece insignificante, proveniente de lo que ellos llaman «la chusma» y «la plebe».

Estas personas anhelan los días en los que eran los únicos portadores de la verdad, los únicos que decidían qué información llegaba a la población y cómo se presentaba.

Vivían en una especie de torre de marfil, alejados de las opiniones contrarias o divergentes, y ejercían un control casi absoluto sobre la narrativa pública.

La democratización de la comunicación ha cambiado drásticamente esta dinámica.

Las redes sociales han permitido que cualquier persona con acceso a internet tenga la capacidad de compartir información y expresar sus opiniones. Esto ha llevado a un mayor intercambio de ideas y perspectivas, así como a la diversificación de las voces que antes estaban marginadas o excluidas.

Es comprensible que aquellos que han perdido el monopolio de la información y la influencia sientan nostalgia por los tiempos en los que tenían un control absoluto.

La apertura y diversidad de opiniones son fundamentales para una sociedad plural y democrática.

En lugar de menospreciar la opinión de la gente en las redes sociales, es crucial escuchar y comprender las perspectivas de diferentes segmentos de la sociedad. Las redes sociales, a pesar de sus desafíos y limitaciones, también han brindado una plataforma para el activismo, el debate y la participación ciudadana.

El ideal de una sociedad donde solo unas pocas voces poderosas dicten la narrativa pública ya no es sostenible en la era de la información digital.

En su lugar, debemos fomentar un diálogo abierto y respetuoso entre diferentes actores, incluyendo a aquellos que añoran el pasado. Solo así podremos construir una sociedad inclusiva donde todas las voces sean escuchadas y consideradas.


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