En marzo del año 1987 llegué a Barrancabermeja. Vine a pedido de mi tío EDUARDO ACOSTA TRONCOSO, quien a la sazón era uno de los principales contratistas de la ciudad.
Llegué sin conocer a nadie, solo a él, aunque la primera noche, me llevó a un Bazar que se realizaba en el Barrio La Esperanza y ahí me presentó a José de la Ossa Paternina, Alfonso Baeza Acuña, Gilberto Jiménez Taborda, Alberto Murcia Severiche y otros personajes que estaban en la política local.
Confieso que venía con las expectativas propias de un joven profesional recién graduado (me gradué en Julio de 1986), pero con la convicción que volvería pronto a mi tierra natal, a su mar, a su brisa y a mi familia; entre otras porque fueron muchas las advertencias que me hicieron mis amigos y mis familiares más cercanos sobre la violencia y las circunstancias de agitación social que se vivía en la ciudad.
De hecho a la semana de estar en la ciudad, se presentó un paro cívico (de los de aquella época), lo que me obligó a resguardarme en el apartamento de mi tío, ubicado en el Edificio Talleres Unidos (Calle 48 – Carrera 24) desde el viernes en la noche.
En ese apartamento, mi tío tenía una nevera apartamentera, que parecía una piscina, solo tenía agua y luz.
Desde la ventana solo alcanzaba a divisar algo de la calle 48 y veía como pasaban grupos de ciudadanos (algunos encapuchados) camino hacía la carrera 28, y oía las detonaciones de petardos y algunos disparos que supongo hacía la fuerza pública.
Solo el hambre logró sacarme de ahí hacia el mediodía del domingo, pero al salir me encontré con que en plena vía (calle 48) por lo menos había en esa cuadra 4 ollas de sancocho y 6 mesas con personas jugando dominó o cartas.
Con el paso de los días, semanas y meses, metido ya en mis labores como arquitecto en varias de las obras que ejecutaba la firma de mi tío Chicho (así le decíamos cariñosamente en familia), me fui encontrando con toda suerte de personas, que fueron quitando poco a poco la idea de volverme a mi patria chica.
Aquí me enamoré, me casé y tuve a mis primeros hijos. Mis hijos… Todos Barranqueños, unos nacidos en la Antigua Clínica del Seguro Social y otros en la Clínica Magdalena.
Aquí he desarrollado toda mi vida profesional tanto en el sector público, como en el sector privado he generado empresas, he generado empleo y siempre he servido con los valores enseñados por mis padres.
Le debo a esta ciudad todo cuanto he sido y soy, le debo mis hijos, le debo todo lo que he aprendido, le debo el amor y la simpatía de sus habitantes. Ciudad calurosa, nunca bien ponderada por quien no la conoce, pero amable y acogedora.
Hoy 26 de Abril de 2021, en su cumpleaños 99, quiero rendirle un homenaje, con este poema de mi autoría, que refleja todo mi amor por esta ciudad:
Himno a Barrancabermeja
Brota líquido negro inflamable
que por siglos estuviste cautivo
en las raíces de mi pueblo nativo
¡Brota con sudor de tu gente amable!
Oh tierra noble de tantas virtudes
de Colombia siempre eres el motor
bajo tu cielo de dorado color
una raza con mil de aptitudes
fervorosa hace Patria con honor;
oh mi Barranca de tierra bermeja
tu grandeza sin duda asemeja
del Colombiano su lucha y dolor;
riega tu gran riqueza apreciable,
que no sea la violencia el motivo
para que un pueblo grande, altivo
deje de ser digno y honorable;
eleva como de ángeles canto
al espacio tus vapores ardientes
y saluda a tus hijos valientes
que se cubren con la paz de tu manto. ®
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