Si hay un hincha fiel es el del Atlético Bucaramanga. Aunque no haya ganado un solo título, su hinchada sigue alentándolo en casa, el Estadio Alfonso López.
En 2013, ante el deterioro del escenario deportivo, los hinchas interpusieron una acción popular para que se remodelara, pues no cumplía con los mínimos de seguridad.
Fue así como un juez le ordenó al entonces gobernador de Santander, Richard Aguilar, hacer las obras de reforzamiento del Alfonso López.
Richard prometió un escenario deportivo a la altura de los mejores del mundo, y con una licitación de 15.278.888.802 de pesos aseguró que en 18 meses el Atlético tendría la mejor casa.
Fue su secretaria de Infraestructura, Claudia Toledo, quien adelantó la licitación, que se abrió el 22 de diciembre de 2014.
Entre natillas y buñuelos, la gobernación de Aguilar desestimó las observaciones que afirmaban que los pliegos eran imposibles de cumplir.
Solo un oferente se presentó: la Unión Temporal Reforzamiento 2015, representada por Octavio Reyes Sarmiento.
Pero el tiempo pasó, el estadio seguía sin terminarse, el contrato se adicionaba y nada pasaba.
Fue otro hincha fiel del Bucaramanga, el columnista de Vanguardia Miguel Ángel Pedraza, quien denunció en su columna ‘El millonario derroche en el estadio’ lo que era evidente: que la obra estaba llena de sobrecostos e incumplimientos.
Sumando adiciones, se han invertido 40.000 millones en el Alfonso López y hoy ni siquiera tiene terminados los baños.
No solo no está a la altura de los mejores, como prometió Richard, sino que no cumple con los requisitos para albergar un evento FIFA.
Fue tan descarado este robo que después de la denuncia del columnista, la Fiscalía investigó y llamó al contratista, que ante la contundencia de las pruebas pidió negociar.
Según narró Octavio Reyes, todo comenzó en 2014, cuando recibió una llamada de Lenin Pardo, esposo de la secretaria de Infraestructura Claudia Toledo, que lo invitaba a su oficina para mirar una licitación en Bogotá.
Dice Reyes que en la reunión Lenin se percató de su experiencia en reforzamiento estructural y le preguntó si estaba interesado en trabajar en un proyecto.
Días después, le planteó ser parte del contrato del estadio.
Según el contratista, Pardo le dijo que su esposa le entregaría el contrato a cambio del 15 por ciento, es decir, debía pagar una coima de más de 2.200 millones de pesos.
¡Pobre Octavio! Según le dijo a la Fiscalía, se enfrentó a una gran encrucijada y no tuvo más que aceptar; “si no aceptaba… muy seguramente me iban a vetar en futuras licitaciones”, se lamentó.
Fue así como Pardo le entregó toda la información, acomodaron los pliegos y fue el único proponente.
Lo que viene es un relato de cómo entregó la coima en efectivo, en encuentros en parqueaderos, y cómo se apropiaron del dinero que todos pagamos en impuestos a través de transportes de materiales inexistentes, contratos ficticios, facturas falsas, etcétera.
Octavio Reyes siempre sostuvo que Richard Aguilar jamás supo lo que pasaba.
Le fue tan bien en la Fiscalía que ni siquiera le abrieron investigación.
Pero un relato distinto es el que hace Lenin Pardo. En su interrogatorio afirma que el contrato del estadio fue asignado directamente por Richard Aguilar a su esposa y a Julián Jaramillo, director de proyectos del departamento, con el compromiso de darle el 10 por ciento.
Jaramillo sería el encargado de los pliegos. Pardo y su esposa debían encontrar el contratista idóneo, no para hacer la mejor obra, sino para entregar las coimas.
Jaramillo lo citó en la Gobernación y allí pactaron que todo lo que pudiera sacar adicional al 10 por ciento de Richard se lo dividirían en partes iguales, sostiene Pardo.
En un cruce del destino se encontró a Octavio Reyes, le propuso el negocio, y este, tras hacer cálculos, le confirmó que lo máximo que podía sacar del contrato era un 16 por ciento: el 10 por ciento para Richard (según Pardo), un 3 por ciento para Julián Jaramillo y un 3 por ciento para la secretaria y su esposo.
Pardo, Toledo y Reyes reconocen que se pagaron las coimas, pero se contradicen en el monto.
Los esposos aseguran que solo recibieron 150 millones de pesos, Jaramillo otros 150 millones de pesos y Richard 500 millones de pesos; pero Reyes dice que los del negocio fueron los esposos, que habrían recibido más de 2.000 millones de pesos.
Claudia Toledo ofreció colaborar con la Justicia y contar no solo lo que pasó con el estadio, sino cómo se direccionaron decenas de contratos desde la Gobernación y cómo se montó una estructura para confeccionar pliegos y seleccionar contratistas.
Iván Cancino, abogado de Aguilar, sostiene que Toledo miente y que su apoderado no tuvo nada que ver ni en este ni en ningún proceso corrupto.
Jaime Lombana, abogado de Toledo, dice que el que miente es Octavio Reyes, pues engañó a la Justicia encubriendo a Aguilar y culpando solo a la secretaria de Infraestructura.
Los esposos Toledo y Pardo permanecen en detención domiciliaria.
Están a la espera de que se les conceda el principio de oportunidad que inicialmente les habían negado, tras haber entregado información a la Corte Suprema.
Están próximos al vencimiento de términos. Octavio Reyes vive su vida sin antecedentes. Sigue siendo contratista.
Julián Jaramillo no tiene medidas en contra.
Richard Aguilar fue elegido senador por Cambio Radical. Ni siquiera ha sido llamado a indagatoria por la corte.
Todos confesaron que se robaron la plata. Y no hay ningún condenado.
El estadio sigue sin baños.
¡Qué golazo!
Acta de adjudicación (comité evalluador) by Semana on Scribd
Declaración Lenin Darío Pardo Pulido by Semana on Scribd
Declaración jurada Octavio Reyes (1) by Semana on Scribd
Contrato Del Estadio (1) by Semana on Scribd
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Texto original tomado de Semana – Diana Giraldo, es la directora del diario Vanguardia de Bucaramanga.
