Imposible como analista sacarle el cuerpo o evitar una interpretación sobre lo que significa el expresidente Uribe para la historia del país.
Un paramilitar —creo que uno de los que hoy atestiguan contra el Dr. Uribe— usó la expresión de que ‘el Dr. Uribe fue un referente para nosotros’.
Y, si aceptamos que no son las personas las que producen la historia, sino que es esta la que produce los personajes que la representan, el Dr. Uribe no solo sería el referente de los paramilitares, sino el de los políticos, el de los para funcionarios, el de todas las formas de lucha para combatir al enemigo; y no solo sería el referente, sino el inspirador, la encarnación de una época.
¡Pero de qué época!
Porque no es casualidad que una cantidad tan grande de sus cercanos estén huidos del país, en la cárcel o muertos.
La lista de ‘inspirados’ por él no se limita a los delincuentes en contra del Estado, sino que incluye a los que así lo hicieron desde el Estado.
Ministros, congresistas, líderes gremiales, altos funcionarios, parientes, Yidis, Santoyos, Marios Uribe, Jobs, Hurtados, Arias, Dr. Ternura, Visbal, etc., en fin toda clase de individuos que representan esa época y se vincularon con él.
La institucionalidad había fracasado y el Dr. Uribe encarnó el dejarla de lado desde adentro. Fue el que sacó adelante un ‘articulito’ y el que como gobernador promovió en Antioquia más ‘convivires’ que todo el resto del país junto inspiró el proceso de transformación de la autodefensa en paramilitarismo y de este en un proyecto político.
Fue el catalizador de la desinstitucionalización como propuesta. El intento relativamente exitoso del remplazo del Estado de Derecho por el Estado de Opinión.
La época de la validación de todas las formas de lucha para acabar con el enemigo, porque con él la paz no es un objetivo.
Las soluciones no se encuentran en la búsqueda de puntos de conciliación sino en la capacidad de imposición, sea por la vía de la reprensión, de la marrullería, dentro o fuera de la legalidad.
No fue Uribe el causante del desprestigio total de las instituciones, del fracaso del modelo económico —por lo menos en cuanto a respuesta a los problemas sociales—, de la degeneración de la guerrilla misma, del descrédito total de la Administración de Justicia, del deterioro del nivel de los gobernantes, de la decadencia del Congreso y de sus miembros.
Pero fue todo eso lo que permitió su ascenso; fue el desencanto y el rechazo a la institucionalidad vigente lo que pidió y produjo una fuerza para acabar con ella.
Se produjo un tsunami para barrer con todo, pero Uribe no lo causó solo estuvo en la cresta de la ola.
Uribe solo será enjuiciado correctamente cuando se enjuicie este momento de nuestra historia.
Se usa el ejemplo de que Al Capone acabó siendo encarcelado por un tema de impuestos.
Algo similar sería que un castigo para el expresidente resultara de un proceso por manipulación de testigos.
Algunos concluirían ‘ni tanto honor ni tanta indignidad’. Creo que no es cuestión de tanto honor puesto que no debería ser nada de honor; pero tampoco sería justo lo de tanta indignidad porque la indignidad es la de la época, la de la sociedad y de todos nosotros que llegamos a un fracaso total de las instituciones y caímos en unos comportamientos tales que condujeron a lo qué tal vez todavía no se juzgue correctamente pero que seguramente será un punto negro de nuestra historia.
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