La historia de Barrancabermeja se ha caracterizado por el trabajo en unidad de diversos sectores organizativos y sociales, de la misma forma se tiene constancia de los logros obtenidos por el trabajo articulado de diferentes expresiones político-partidistas. Logros como la Universidad de la Paz, Hospital Regional del Magdalena Medio, Empresa de Acueductos, Plazas de Mercado, Ecopetrol entre otros.
Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente es necesario una vez más hacer un llamado a esa unidad, hacer un llamado a alzar la voz en medio de la crisis institucional y política por la que está atravesando nuestro país, no desde el odio, las discriminaciones y mucho menos desde la indiferencia, debemos aprender a transformar nuestra rebeldía y descontento como agentes activos de nuestra sociedad, agentes políticos, agentes sociales y de integración, agentes que respetamos las diferencias culturales, sociales, sexuales, ideológicas, de género, entre otros referentes con los que nos identifiquemos.
Hemos de entender que los extremos solo polarizan y segregan y en lugar de edificar, ralentizan los procesos y detienen el desarrollo de las ciudades. Lo importante de asumir una bandera es la trascendencia en si misma que de ella se pueda lograr trabajando de manera mancomunada, a través del trabajo en colectivo en aras de la transformación de nuestro entorno y nuestra sociedad.
Hablamos de coaliciones en pro de los procesos sociales y de transformación de nuestras comunidades, formulación y aprobación de proyectos que aporten a disminuir la brecha de desigualdad que sufrimos, destinación y consecución de recursos que fortalezcan la cultura, el deporte y las diversas corrientes artísticas, apuestas incluyentes por el fortalecimiento de la educación de nuestros jóvenes y niños concebidos como agentes de transformación, apoyos en la formulación de políticas públicas que detengan el avance desmedido del hombre que arrasa con nuestro medio ambiente.
Sabemos que la tarea no es fácil, incluso un tanto utópica más en un Estado como el nuestro, en una sociedad tan excluyente por el modelo económico, por las ideologías y los partidos, sumado a los fanatismos infundados al interior de los distintos grupos que ostentan el poder y que ponen en peligro la democracia y un verdadero Estado de Derecho.
No podemos repetir la historia de la cual aún somos presos, somos hijos de una generación que nació en medio de la guerra y de fuertes enfrentamientos, en particular nuestra ciudad, que ha estado sometida a las balas y al odio sin importar nuestro derecho de decidir si queríamos o no ser parte de estos eventos, nuestros jóvenes se vieron obligados, en muchos casos, a dejar sus estudios para enlistarse, los que corrían con mejor suerte eran obligados a callar, pero en cambio hubo otros silenciados.
Los líderes y lideresas políticos/as y el sistema o modelo que nos domina, nos impone el olvido de aquellos mártires, de sus luchas, su valentía, su coraje y su tenacidad, jóvenes que solo gritaban un … ¡basta ya! Personas con pensamiento crítico, que creían en una sociedad igualitaria, justa y libre.
Hoy en nuestra ciudad existen jóvenes que preservan su legado y que trabajan por la memoria histórica desde diferentes ámbitos socio-culturales y buscan transformar el territorio, jóvenes que no olvidan, que ubican la memoria como un escenario de disputa en la lucha por materializar el derecho constitucional llamado PAZ.
No podemos seguir promoviendo el discurso de la guerra, han sido muchos los muertos que se han llevado en nombre de la mezquindad disfrazada de seguridad.
Todas y cada una de las acciones humanas en su integridad son actos políticos y por ende tienen trascendencia en la sociedad, es un imperativo ético y social, dejar a un lado los odios y empezar una construcción en colectivo, todos y todas podemos aportar de manera activa o pasiva a esta transformación desde cada las labores u oficios que ejercemos.
«No podemos seguir callando ante tanta desigualdad, tanta opresión, tanta misoginia, no son tiempos de ser apáticos o en el peor de los casos, callarnos ante un modelo social y político que nos excluye permanentemente, la sociedad en pleno, debemos unirnos y alzar nuestras voces por la lucha de una ciudad a la altura de nuestros sueños», como decía el ex magistrado, doctor Carlos Gaviria Díaz (q.e.p.d.).
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DENNIS FLOREZ LIZCANO es una habitual columnista de BARRANCABERMEJA VIRTUAL. Puede ser contactada en el correo electrónico: [email protected]
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