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Más caos

editorialEditorial El Medio Magdalena

Una grave situación afronta Barrancabermeja a causa del paro del transporte público individual y colectivo, que ha afectado la educación, el comercio y las actividades diarias de los habitantes de este municipio causando daños y pérdidas difíciles de calcular. Lo peor de esto es que parece la crónica de un problema anunciado pues casi desde el inicio de este año y de este gobierno se vienen conociendo las quejas y el inconformismo de este gremio, que se han dado a conocer a través de diferentes medios y circunstancias, y a pesar de que han transcurrido cinco meses nada se hizo por parte del gobierno para evitar que sucediera este paro con sus ya conocidas y lamentables consecuencias.

La pregunta que se hacen todos los barranqueños es que paso, pues en la pasada contienda electoral este mismo gremio transportador que está en paro hacia público su apoyo al entonces candidato y hoy alcalde municipal Elkin Bueno Altahona, lo que hacía suponer excelentes relaciones entre gobierno y transportadores a pesar de los difíciles problemas que enfrenta la ciudad en el tema de movilidad, es más las especulaciones que se tejieron entorno a los compromisos del entonces candidato Elkin Bueno con el gremio transportador denotaban una luna de miel entre gobierno y transportadores.

Pero a pesar de estos buenos augurios la crisis termino por desatarse y de la peor manera posible, con un paro, y el gobierno quedo impávido, no se entero de lo que estaba pasando hasta que fue muy tarde y no ha sido capaz de resolver la situación a pesar de tener todo a favor. Es cierto que el paro no solo debe ser rechazado y los transportadores deben suspender esta medida y retomar la mesa de negociación, pero también es cierto que la incapacidad del gobierno para prevenir esta situación es más que evidente pues conocía de las demandas y exigencias de los transportadores y a pesar de pasar varias semanas negociando no fue capaz de llegar a un resultado menos traumático para la ciudadanía.

Los transportadores están exigiendo una serie de medidas que disminuyan el transporte informal en motocicleta, como cuatro días al mes sin parrillero, la prohibición del parrillero hombre, restricciones al transporte de mujeres embarazadas, niños pequeños, y más de dos personas en motocicleta, mayores controles al transporte informal, entre otras cosas. Estas disposiciones no han sido tomadas por el gobierno municipal no porque se hayan hecho consultas a otros gremios y organizaciones sociales que puedan tener una opinión al respecto, por lo restrictivas que son estas y por las posibles afectaciones a amplios sectores de la ciudadanía, si no porque el gobierno está esperando no se sabe qué, pues está apelando a que se den unas circunstancias de tiempo, modo y lugar que nadie conoce muy bien cuales son o a que se refieren, para así poder aplicar estas medidas.

En este contexto de un sector transportador radicalizado y un gobierno dubitativo y desorientado, en medio de un paro sin solución a la vista a menos que los conductores y los dueños de los vehículos vuelvan al trabajo por necesidad, solo tendrá como resultado más problemas e incomodidades para la comunidad barranqueña que saldrá perdiendo de esta crónica de un paro anunciado.

Lo peor de toda esta situación es que es solo una parte del caos que sufre la ciudad y que empezara a reventar cada vez mas sectores sociales y económicos, previéndose más problemas para la población en el futuro venidero, y solo le queda a los gremios económicos y a las organizaciones sociales y comunitarias velar porque el gobierno local deje de dar tumbos y tome el camino del desarrollo municipal.

PS. Al cierre de esta edición se firmo un pacto «frágil» especialmente por la aplicación de la pretendida «Cultura de la Legalidad» (una fábula llena de mentiras en una Ciudad Futuro cuyos habitantes, en su mayoría, se acostumbraron «al todo se vale»), por lo que ya muchos dudan de su cumplimiento y efectividad. Para quienes conocen bien a la Barrancabermeja modelo 2012, el «Acuerdo de Movilidad» es solo un pañito de agua tibia a un problema estructural en el que intervienen la pobreza de sus habitantes, su poca cultura ciudadana y una clase política comprometida sólo con sus intereses personales

 

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