Por: Andrés Miguel Sampayo Navarro
Hace unos días subí una máscara a mercadolibre.com, la idea era venderla. Especifiqué que esa máscara la había traído de Orgósolo, un pueblo de la isla de Cerdeña. En mi búsqueda de entregarle algún valor simbólico que permitiera un aumento del precio a la susodicha, me inventé que la máscara solo la hacían en invierno, con una madera obtenida de unos árboles ubicados en una montaña donde quedaban vestigios de un castillo, que fue atacado por otro castillo que quedaba al frente. Esa madera otorgaba a la máscara un valor de lucha para el que la tuviera. Para no alargarme, logré vender la máscara en cien mil pesos, eso me convierte, teniendo en cuenta con lo que pasa con ciertos habitantes de Barrancabermeja, en empresario. En un empresario que lo único que venderá será esa máscara.
Aclaremos algo, la transacción que hice, ni siquiera me merece ser designado como empresario, me designa es como comercializador, de un único producto, que ni siquiera elaboré con mi manos, lo elaboraron otros en Cerdeña. Lo único cierto de la historia de la máscara es que la traje de Cerdeña, y los atributos que le adicioné al objeto, exterioriza que le apliqué mercadeo. Con esto de base, es que quiero entender y que entendamos la dinámica actual de la ciudad. Resulta que ahora cualquiera que vende una cuchara a otro, es un empresario, en falta de ponerle un nombre, la palabra mágica para todo es ser empresario. Si Barrancabermeja tuviera tantos empresarios como parece, fuera tenida más en cuenta a nivel nacional y tendría peso en las relaciones inter-empresariales en toda la geografía nacional.
Para evitar malos entendidos, Barrancabermeja SÍ tiene empresarios que están haciendo historia en la ciudad, como los metalmecánicos, Multinsa, los hoteleros, los madereros, los comercializadores que llevan más de 10 años de vigencia entre otros. Pero no me vengan a decir que porque vendí un tenedor ya soy empresario, o como es el caso de los tres precandidatos a la alcaldía por parte de la U, que por falta de ponerles una labor profesional, ellos se autodenominan como ‘empresarios’. Empresarios que dentro de los diferentes gremios de la ciudad, nadie los conoce, de acuerdo a la investigación que realicé para mi tesis de maestría, a los que iba entrevistando me iban comentando sobre las otras empresas, sobre sus dueños, cómo hicieron para llegar a donde llegaron, ese trío fue ignorado.
Por favor, no confundan a los habitantes de la ciudad y no se inventen rótulos donde no los hay.
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