Es posible tener una Colombia en paz, una Colombia sin guerrilla, ¡y lo vamos a demostrar!. Por la razón o por la fuerza. Juan Manuel Santos.
Por: Lorena Rubiano Fajardo
Todo acto de terrorismo, que atente contra cualquier ser humano, o contra cualquier institución provenga de donde provenga, es repudiable y debe ser rechazado por toda la comunidad nacional e internacional, por eso condenamos enérgicamente el aleve atentado de que fuera objeto la cadena Caracol, el pasado jueves 12 de agosto.
Ya anteriormente me había ocupado de este tema, pero dadas las intervenciones del Presidente Santos, tanto en su discurso de posesión, como en el encuentro con el presidente Chávez y en la feria del libro, me incitan a retomar la tan manoseada palabra PAZ, que está a flor de labio del primer mandatario.
Insisto y en eso puede salir a flote mi juvenil terquedad, en que es necesario que se establezcan líneas de “Conversación “ solo eso, sin más ni más, sin crear falsas expectativas, sin cometer los mismos errores de los anteriores procesos de paz y sin protagonismos .
Al presidente Santos, se le presenta una bonita oportunidad para lograr un acuerdo que logre consolidar definitivamente la reconciliación entre los colombianos.
He leído y he oído a muchos compatriotas en contra de esta posibilidad y que están presionando para que a los alzados en armas, solo se les dé “bala” y “bombardeos” hasta acabarlos, pero pienso diferente, discrepo de esa radical y extrema posición a pesar de todos los errores y horrores que ha cometido la guerrilla.
Es deber, constitucional del nuevo mandatario de buscar la Paz y para lograrlo puede, convocar a todas aquellas organizaciones y fuerzas vivas a un diálogo abierto y sincero con los grupos alzados en armas, para buscar los acuerdos que permitan evitar más derramamiento de sangre de nuestros compatriotas.
Ojalá que los quebrantos de salud del vicepresidente Angelino Garzón quien iba a liderar este proceso, no aplacen o trunquen esta posibilidad y mientras él se recupera las fuerzas vivas y personalidades como Monseñor Rubén Darío Salazar y Álvaro Leyva, deberían ser autorizadas para iniciar gestiones en esta dirección, porque a pesar de todos los impases y errores que se han presentado, debemos superar los odios para erradicar de una vez por todas no solo la violencia, sino también, la inequidad, la injusticia y la desigualdad social.
Por eso resalto una de los muchos mensajes que ya ha enviado el Presidente Santos:”Yo aspiro, durante mi gobierno, a sembrar las bases de una verdadera reconciliación entre los colombianos.
A los grupos armados ilegales que invocan razones políticas y hoy hablan otra vez de diálogo y negociación, les digo que mi gobierno estará abierto a cualquier conversación que busque la erradicación de la violencia, y la construcción de una sociedad más próspera, equitativa y justa.
Eso sí –insisto– sobre premisas inalterables: la renuncia a las armas, al secuestro, al narcotráfico, a la extorsión, a la intimidación”.
Se nos abre, una puerta de reconciliación, no la cerremos y mucho menos le vamos a poner trancas por dentro, tenemos que abrir nuestros corazones, perdonar y mirar hacia adelante para tener la Colombia que todos queremos. Y termino con esta frase de Erasmo de Rotterdam:” La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa”.