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La llave de piedra

Sample ImagePor: Jorge Hernán Silva B.

La cultura de América latina, depende en gran medida del legado de la antigüedad, entregado especialmente por los romanos. No por nada nuestra legislación civil, tiene sus profundas raíces en el derecho romano, en instituciones tan arraigadas en nuestra sociedad, como el matrimonio y las obligaciones. Sin embargo, quisiera en la ocasión del onomástico de nuestra ciudad, pedir un deseo muy especial, para que ella, llegue al fin, a proyectarse con el dinamismo que merecen sus atribulados pobladores.

Para pedir este deseo antes del 26 de abril, es necesario explicar al menos someramente en que consiste, antes que sea mal interpretado su prístino fondo. Para la civilización romana, se conseguía la paz entre los pueblos (pax romana o augusta), cuando el Estado imponía su ley, orden y seguridad, con fundamento en el poder de la espada de su ejército. Así, mientras las espadas estuvieran en alto, y las águilas del ejército victoriosas, las naciones y sus pueblos, continuarían bajo su protección. Al caer el ejército romano, desapareció la cordura del mundo civilizado y durante siglos, el caos reino en Asia y Europa.

En la modernidad, el concepto de paz romana no ha cambiado mucho del heredado por los emperadores de esa aldea en las orillas del Tiber, y pese a la evolución de la sociedad, la idea de paz, sigue estando asociada a la imposición del poder de las armas por parte del Estado, y en controlar su status, mediante el ejercicio de la ley y el orden (el filosofo Vigencio sentencio: “Si quieres paz prepárate para la guerra). Sin embargo, existe otro tipo de circunstancia social, dentro de Estado, que requiere de una búsqueda de equilibrio, tolerancia y reflexión, la cual se encamina hacia el buen gobierno, lo cual conduce a la única paz que debe existir sin el uso de las armas, cual es la política.

Para que una sociedad, pueda progresar, es necesario, no solo, que sus ciudadanos se encuentren bajo el imperio de la ley, y desde luego, el control de las armas del Estado, sino también, que sus gobernantes, sin el uso de armas, y bajo el poder del ordenamiento jurídico y las ideas, sumen sus intereses en beneficio de la colectividad que le confió mas que su voto, su confianza en la administración del sector publico. En este orden de ideas, las diferencias ideológicas, conceptuales y de partidos políticos, deben ceder ante las necesidades, la planeación y el trabajo mancomunado que se requiere para sacar avante el gobierno de lo público.

Esta es la paz, que requieren en principio las sociedades, para lograr alcanzar, con el tiempo la justicia social, y así impregnar con este norte, la disminución del uso de la fuerza de las armas del Estado. Así las cosas, mientras, no se alcance la paz política, nunca se podrá lograr la paz social, que desde los romanos, y por mas de 2000 años, sigue infructuosamente intentándose con el abuso de las armas.

Mi deseo para nuestra Barrancabermeja, en este aniversario, no es recordar como era hace cincuenta años, pues es nuestro deber ya conocer su historia, para así propender por no repetir nuestros errores y clamar por un mayor progreso para sus habitantes, por ende, el llamado es a la tolerancia y prudencia a nuestra clase política, para que desde sus diferencias conceptuales, ideológicas y personales, sumen criterios de unidad, construyendo  por primera vez en nuestra historia moderna, un proyecto verdadero de ciudad, y luego de ciudad región.

Las peleas, las vanidades, los egos y celos personales, las desconfianzas, y sobre todos los comentarios ponzoñosos y diatribas, solo nos llevaran a lo mismo de siempre: caos, promesas vacías e inestabilidad política.

La Unión desde nuestras diferencias, implica gobernabilidad, ejercicio libre de ideas, planeación y sobre todo reconocimiento y respeto por la comunidad que los eligió. Feliz cumpleaños Barrancabermeja, pero la única forma de celebrarlo correctamente, es mediante la paz política.

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