Que vuelvan las novenas bailables.
En los años 80 me fui a estudiar a Bogotá y como buen barranqueño tenía la costumbre de asociar y hacer referencia de todo lo que me pasaba en Bogotá con mis aventuras de juventud y adolescencia en Barrancabermeja, esta típica costumbre barranqueña, rápidamente me hizo poseedor de un apodo entre mis amigos quienes me llamaban “barranca” y fue así como me conocían las personas de la época en Bogotá.