La doble moral y el oportunismo político de figuras como Cathy Juvinao y Jennifer Pedraza en el tema del Icetex han sido objeto de creciente crítica por parte de sectores que consideran que su discurso no está alineado con las luchas históricas del movimiento estudiantil.
Estás representantes, miembros de partidos que suelen presentarse como progresistas o de centro-izquierda, han defendido posturas que, en la práctica, perpetúan el modelo neoliberal en áreas clave como la educación superior y el sistema de salud.
La incongruencia frente al ICETEX y la educación pública
Una de las principales críticas hacia estas congresistas es su aparente defensa del modelo del ICETEX, una institución emblemática del neoliberalismo educativo en Colombia. El ICETEX ha sido por décadas una herramienta de financiamiento que, lejos de garantizar el acceso universal a la educación, ha endeudado a generaciones de jóvenes de las clases media y popular.
Los estudiantes han luchado históricamente por la eliminación de este modelo, exigiendo gratuidad y calidad en la educación pública. Sin embargo, Juvinao y Pedraza parecen abogar por una política que sigue considerando a los créditos como la solución predominante para el acceso a la educación superior.
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Las universidades privadas han sido las mayores beneficiarias de este esquema, recibiendo estudiantes que no pueden costear matrículas millonarias sin endeudarse.
En este sentido, las críticas hacia estas congresistas señalan que su verdadero interés no es el fortalecimiento de la educación pública, sino mantener el flujo de dinero público hacia instituciones privadas.
La defensa de los recursos del ICETEX se percibe entonces no como una apuesta por la equidad educativa, sino como una maniobra para proteger intereses económicos específicos.
El trasfondo político: ¿un nuevo rostro de la derecha?
Otro ángulo de las críticas radica en cómo Juvinao y Pedraza, al igual que otros miembros de partidos como el Verde, representan una generación de líderes políticos que, aunque se presentan como progresistas, muestran posturas alineadas con políticas neoliberales.
Esta «derecha enmascarada», según sus detractores, evita identificarse como tal, pero sus acciones evidencian una prioridad por proteger a los sectores privados en detrimento del fortalecimiento de lo público.
En el caso de la educación superior, su oposición a cambios que modifican al ICETEX contrasta con su aparente indiferencia ante la desfinanciación de las universidades públicas.
Esto refuerza la percepción de que no les preocupa garantizar una educación gratuita y de calidad para todos, sino mantener un sistema donde los jóvenes de clases populares y medias dependan de créditos para estudiar, perpetuando la exclusión y la desigualdad.
El caso de las EPS y la reforma a la salud
La polémica no se detiene en el ámbito educativo. Juvinao y Pedraza también han sido señaladas como defensoras del actual modelo de salud basado en las Entidades Promotoras de Salud (EPS), un sistema que ha sido ampliamente criticado por su ineficiencia, corrupción y enfoque mercantilista.
Su resistencia a las reformas que buscan desprivatizar el sistema de salud refuerza la idea de que priorizan la defensa de los intereses privados sobre las necesidades de las mayorías.
Esta postura es vista como otra muestra de su alineación con los principios del neoliberalismo, donde los derechos fundamentales se convierten en mercancías y los servicios básicos, como la educación y la salud, se subordinan a las lógicas del mercado.
El movimiento estudiantil: una lucha histórica ignorada
Las incongruencias de estas representantes contrastan marcadamente con las demandas del movimiento estudiantil, que ha luchado durante décadas por la eliminación del modelo actual del ICETEX y la construcción de una educación pública, gratuita y de calidad.
Esta lucha se basa en la premisa de que la educación es un derecho humano, no un privilegio ni una deuda que los jóvenes deban cargar durante años.
El modelo actual del ICETEX no solo perpetúa la desigualdad, sino que también pone barreras adicionales para el desarrollo profesional y personal de los estudiantes, quienes a menudo deben priorizar el pago de sus créditos sobre otras metas.
En este contexto, las posiciones de Juvinao y Pedraza son vistas como un obstáculo para las aspiraciones de justicia social y equidad que defiende el movimiento estudiantil.
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El discurso de Cathy Juvinao y Jennifer Pedraza refleja una desconexión con las demandas históricas de los estudiantes y las necesidades de las mayorías en Colombia.
Mientras intentan posicionarse como defensoras de los derechos ciudadanos, sus acciones apuntan hacia la perpetuación de un modelo neoliberal que beneficia a intereses privados en detrimento de lo público.
Esta doble moral no solo mina su credibilidad, sino que también pone de manifiesto la necesidad de una representación política más coherente y comprometida con los principios de justicia social.
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