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Crean noticia confusa y mal intencionada sobre el presupuesto para las elecciones del 2026

𝗠𝗜𝗡𝗜𝗦𝗧𝗥𝗢 𝗗𝗘 𝗛𝗔𝗖𝗜𝗘𝗡𝗗𝗔 𝗗𝗜𝗖𝗘 𝗤𝗨𝗘 𝗖𝗡𝗘 𝘆 𝗥𝗘𝗚𝗜𝗦𝗧𝗥𝗔𝗗𝗨𝗥𝗜𝗔 𝗧𝗜𝗘𝗡𝗘𝗡 𝗔𝗦𝗘𝗚𝗨𝗥𝗔𝗗𝗢𝗦 𝗦𝗨𝗦 𝗥𝗘𝗖𝗨𝗥𝗦𝗢𝗦 ■ El gobierno no le va a quitar dinero a la registraduría ni al CNE ■ Terminó siendo falsa la denuncia de la oposición sobre el desfinanciamiento de la Registraduría y del CNE

La senadora del partido verde Angélica Lozano  y su bancada “independiente” han generado controversia al difundir una noticia confusa y en muchos aspectos inexacta sobre el presupuesto destinado a las elecciones del 2026. 

Este episodio ha generado un profundo debate sobre la responsabilidad de los funcionarios públicos al comunicar información y las implicaciones de manipularla con fines políticos. 

Todo comenzó cuando la congresista, desde su cuenta de Twitter, afirmó que el presupuesto presentado por el gobierno  para las elecciones de Colombia había sido reducido en un 70%, insinuando que existían irregularidades y recortes sospechosos  por parte del gobierno a las instituciones encargadas del proceso electoral. 

A pesar de que la congresista no consultó primero con el gobierno esta aparente situación en aras de aclarar la posible confusión y/o error, la noticia rápidamente se esparció, siendo amplificada por su bancada y otros actores políticos afines. 

El problema radica en que la información presentada por la congresista era imprecisa y, en varios puntos, directamente falsa. 

La cantidad de dinero asignada para las elecciones había sido propuesta conforme a las normas y regulaciones establecidas, y aunque el presupuesto era diferente en comparación con elecciones pasadas, esto se debía a la implementación de nuevas medidas de transparencia, tecnologías de votación y mejoras logísticas necesarias para garantizar un proceso más seguro y eficiente. Ninguna de las supuestas irregularidades mencionadas tenía sustento.

A medida que la noticia circulaba, se creó una matriz informativa completamente distorsionada. 

Los medios de comunicación, algunos de manera intencionada y otros por falta de verificación, replicaron las declaraciones de la congresista, generando confusión en la opinión pública. 

La idea de que el gobierno estaba recortando recursos a la Registraduría y al CNE para no hacer elecciones caló en diversos sectores de la sociedad. 

Lo preocupante es que, a pesar de las evidencias que contradecían esta versión, ni la congresista ni su bancada rectificaron o reconocieron el error. 

Al contrario, continuaron propagando la desinformación, lo que generó un clima de desconfianza hacia las instituciones encargadas de organizar las elecciones. 

Este tipo de tácticas son vistas por muchos como estrategias para debilitar la credibilidad del gobierno y las instituciones democráticas, lo que resulta extremadamente peligroso en un contexto político ya polarizado.

A medida que se fueron publicando los desmentidos por parte de expertos en finanzas públicas y funcionarios del gobierno, quedó claro que la noticia difundida por la congresista no solo era incorrecta, sino que también tenía un objetivo político claro: deslegitimar el proceso electoral. 

Sin embargo, en lugar de corregir la información y ofrecer disculpas a los ciudadanos por la confusión generada, los responsables se mantuvieron en silencio o incluso redoblaron sus acusaciones, defendiendo su postura con argumentos vagos y sin fundamentos.

Este tipo de comportamientos han llevado a muchos a cuestionar el papel que algunos políticos desempeñan en la difusión de noticias falsas o tergiversadas. 

Regaladas salen caras 

Las palabras de ciertos críticos han sido contundentes: «Regaladas salen caras estas congresistas«. Esta expresión, que ha ganado tracción en redes sociales y conversaciones públicas, hace referencia al costo social y político que tiene el actuar irresponsable de algunos miembros del Congreso. 

Aunque puedan parecer discursos inofensivos o estrategias de oposición política, en realidad, estas acciones erosionan la confianza en las instituciones y alimentan la polarización social.

El daño causado por la desinformación en este caso va más allá de un simple error de cálculo. 

Afecta la credibilidad del proceso electoral, uno de los pilares fundamentales de la democracia. Además, al no reconocer los errores ni ofrecer disculpas, los responsables perpetúan la desconfianza en el sistema, lo que a largo plazo puede tener consecuencias devastadoras para la estabilidad del país. 

Este episodio sirve como recordatorio de la importancia de la responsabilidad en la comunicación política. Los funcionarios públicos tienen el deber de ser transparentes y precisos en la información que comparten, especialmente cuando se trata de temas tan sensibles como el presupuesto electoral. 

La difusión de noticias falsas o tergiversadas no solo pone en riesgo el proceso democrático, sino que también erosiona la confianza en las instituciones y socava la cohesión social del país.


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