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Es insostenible el crecimiento infinito en un planeta con recursos finitos 

Cuando el consumo humano supera esta capacidad regenerativa, los ecosistemas colapsan y los recursos se agotan. “Quien crea que el crecimiento exponencial puede continuar eternamente en un mundo finito es un loco o un economista”

La idea de que no se puede sostener un crecimiento económico infinito en un planeta con recursos finitos, no solo, ha sido discutida por científicos, ambientalistas y filósofos durante décadas, sino siglos. 

La tensión entre el crecimiento infinito y las limitaciones del planeta se vuelve más pronunciada a medida que los efectos de la degradación ambiental y el cambio climático se vuelven imposibles de ignorar. 

En biología, cuando un grupo de células crece sin control, consumiendo más recursos de los que el tejido circundante puede soportar, lo llamamos cáncer. En economía, muchos críticos sostienen que el capitalismo exhibe características similares.

La naturaleza finita de la Tierra

La Tierra es un sistema cerrado con recursos naturales limitados. Este hecho se ha entendido durante mucho tiempo, pero se volvió especialmente claro en la era moderna, a medida que la industrialización aumentó el ritmo de extracción y consumo de recursos. 

Desde los minerales hasta los bosques, el agua dulce hasta los combustibles fósiles, todos los recursos naturales de los que dependemos son finitos. Incluso los recursos más renovables, como los bosques o las poblaciones de peces, solo pueden regenerarse a un ritmo determinado. 

Cuando el consumo humano supera esta capacidad regenerativa, los ecosistemas colapsan y los recursos se agotan.

El argumento de que el crecimiento económico no puede continuar indefinidamente en un sistema con recursos finitos ganó atención generalizada por primera vez en la década de 1970. 

En 1972, el Club de Roma publicó un informe pionero titulado Los límites del crecimiento, que utilizó modelos informáticos para simular los efectos del crecimiento demográfico, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y el agotamiento de los recursos. 

El informe predijo que si las tendencias actuales continuaban, el crecimiento económico mundial acabaría provocando un colapso medioambiental.

Desde entonces, estas ideas han sido compartidas por muchos ambientalistas, científicos y economistas. Kenneth Boulding, un destacado economista, dijo la famosa frase: 

“Quien crea que el crecimiento exponencial puede continuar eternamente en un mundo finito es un loco o un economista”. 

La realidad es que los recursos naturales se están consumiendo a un ritmo alarmante, y muchos de ellos no son renovables o se están consumiendo más rápido de lo que pueden regenerarse. 

La escasez de agua, la deforestación y el agotamiento de los combustibles fósiles son sólo algunos ejemplos de cómo los límites de nuestro planeta ya están siendo puestos a prueba.

El imperativo del crecimiento en el capitalismo

En los sistemas económicos modernos, en particular en el capitalismo, el crecimiento no sólo se fomenta sino que se exige. El capitalismo se basa en la premisa de la competencia, la maximización de las ganancias y la acumulación de capital. 

Las corporaciones buscan expandir sus mercados, aumentar la producción y extraer el máximo valor posible de los recursos y la mano de obra. El crecimiento se convierte en un signo de salud para las empresas, los mercados y las economías en su conjunto. 

De hecho, el estancamiento o la contracción económica suelen considerarse un fracaso, y la ausencia de crecimiento puede conducir al desempleo, el malestar social y la inestabilidad económica.

Sin embargo, este modelo de crecimiento sin fin está en conflicto directo con las realidades de un planeta finito. 

A medida que las empresas crecen, demandan más recursos, producen más desechos y causan más daño ambiental

La extracción de recursos, ya sea petróleo, minerales o madera, a menudo se realiza sin tener en cuenta los límites ecológicos o la sostenibilidad a largo plazo de los ecosistemas. El afán por obtener ganancias a corto plazo tiende a pesar más que las preocupaciones sobre la salud a largo plazo del planeta.

Los críticos del capitalismo sostienen desde hace tiempo que su imperativo de crecimiento no sólo es insostenible, sino también profundamente dañino. 

Como el cáncer en un sistema biológico, la necesidad constante de expansión del capitalismo conduce a la destrucción de los mismos sistemas que lo sustentan. En un organismo sano, las células crecen y se dividen de manera regulada, manteniendo el equilibrio dentro del cuerpo. Sin embargo, en un sistema canceroso, las células crecen sin control, consumiendo cada vez más recursos sin tener en cuenta el daño que causan. Al final, el crecimiento desenfrenado del cáncer mata al huésped.

Las consecuencias ambientales del capitalismo

Las consecuencias ambientales del imperativo de crecimiento del capitalismo son ahora claramente visibles. 

El cambio climático es quizás el ejemplo más evidente. La quema de combustibles fósiles para impulsar el crecimiento económico ha llevado a un aumento de los gases de efecto invernadero, que atrapan el calor en la atmósfera y hacen que las temperaturas globales aumenten. 

Esto conduce a fenómenos meteorológicos más frecuentes y severos, al derretimiento de los casquetes polares, al aumento del nivel del mar y a la alteración de los ecosistemas.

La deforestación es otra consecuencia del crecimiento capitalista. 

Los bosques se talan para dar paso a la agricultura, la minería y el desarrollo urbano. Esto no sólo destruye los hábitats y amenaza la biodiversidad, sino que también reduce la capacidad del planeta para absorber dióxido de carbono, lo que agrava el problema del cambio climático.

La sobrepesca, la degradación del suelo, la contaminación del agua y la acumulación de residuos plásticos son otros ejemplos de cómo las economías capitalistas explotan los recursos del planeta sin tener en cuenta los límites ecológicos. 

El afán capitalista de crecimiento es incompatible con la naturaleza finita


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