Soy PEDRO JOSÉ SEVERICHE ACOSTA, periodista, y hoy tengo la triste tarea de escribir sobre la partida de mi mejor amigo, ABELARDO RUEDA TOBÓN, conocido por todos como LALO.
Su fallecimiento ha dejado en mí un profundo dolor.
LALO, graduado de abogado en Bogotá, junto con el médico ALFONSO ELJACH MERLANO, fundaron ARMA (Acción Regional del Magdalena Medio), obteniendo, a principios de la década de los 80, una curul en el Concejo de Barrancabermeja.
Esto llevó a LALO a ser elegido, en esa época, PERSONERO MUNICIPAL DE BARRANCABERMEJA.
Más tarde dejó ARMA para formar el MIR (Movimiento Independiente Regional).
Fue en esa época cuando lo conocí.
En esos tiempos, difíciles para mí, desempleado, me convertí en su asistente cargando su maletín y más tarde siendo su suplente en la lista al Concejo.
Posteriormente, LALO me integró al gabinete del primer alcalde popular de Barrancabermeja, RAFAEL FERNÁNDEZ, y más adelante, en la ciudad de Bucaramanga, a la subsecretaría de la Asamblea de Santander.
Fueron años dorados en la Asamblea de Santander, dos periodos consecutivos en los que mis hijos y yo compartimos momentos inolvidables con LALO y su familia.
Mis hijos conocieron el mar y disfrutaron de los mejores juguetes que comprábamos en Bucaramanga.
Organizamos un encuentro nacional de diputados en el Hotel San Juan de Girón, en la época en que CÉSAR GAVIRIA era presidente y se hablaba del «futuro».
Cuando la bonanza terminó, LALO y yo tomamos caminos distintos.
Él se fue a Bogotá con el gobierno de SAMPER, y yo me dediqué en Barrancabermeja al periodismo de lleno .
A su regreso, LALO abrió una tienda de motos que pronto se convirtió en sede política de JULIO CÉSAR ARDILA, conocido como «CARITA FELIZ».
No lo acompañé en esa empresa política, pero él logró sus objetivos y allí comenzaron sus problemas.
Como alcalde, «CARITA FELIZ» lo nombró Secretario de Gobierno y luego gerente de EDUBA.
Fue en esos momentos cuando LALO fue apresado y encarcelado, acusado de un crimen que no cometió.
Junto a JULIO CÉSAR y FABIO PAJÓN, pagaron cárcel por la muerte del locutor EMETERIO RIVAS.
Su esposa GLORIA y sus hijos JUAN CARLOS, RICARDO y DIANA sufrieron la dura experiencia de tener a su padre en prisión.
DIANA murió mientras LALO estaba en la cárcel, y yo fui testigo del dolor de verlo custodiado por el INPEC en el funeral de su hija menor.
Nunca superó esa pérdida; sus redes sociales siempre mostraban la foto de DIANA, amiga de infancia de mi hija LAURA.
Tras salir de la cárcel, LALO volvió a la política, siempre al lado del ex gobernador MARIO CAMACHO, con quien había forjado una amistad en prisión.
LALO estaba hablando justo con él, con MARIO CAMACHO, cuando un infarto se llevó a LALO, el hombre del fino humor negro.
«Puedes perder peso, pero no pesos», me dijo LALO recientemente, a raíz de mis problemas de salud.
Nos íbamos a ver el lunes, una cita que no cumplimos.
Ayer, justamente, cuando vi el mensaje de su hijo JUAN CARLOS (escribiéndo) en mi WhatsApp, supe inmediatamente que LALO había fallecido.
El mensaje decía: «Al primero que le aviso, mi hermano: acaba de fallecer mi papá, su amigo».
Despedir a un amigo tan querido nunca es fácil.
LALO, tu recuerdo vivirá siempre en nuestros corazones.
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PEDRO SEVERICHE, comunicador social y periodista, actual presidente de la APB (Asociación de Periodistas de Barrancabermeja).
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