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La facilidad de apostarle al fracaso

La facilidad de apostarle al fracaso
Edwin Palma

Por: Edwin Palma Egea

 

En nuestra organización sindical se ha vuelto costumbre por parte de algunos negar, de forma recurrente, la existencia de cualquier forma de progreso en los derechos de los trabajadores. Niegan casi por principio la posibilidad de cualquier avance, más, cuando no son los protagonistas de ellos.

 

La ‘fracasomanía’, para usar el término afortunado de Albert Hirchsman, tiene muchas manifestaciones. Si no ocurre “la revolución” o la “dictadura del proletariado”, se dice que nada ha cambiado. En general, el cambio acumulativo, resultado no de una transformación radical, sino del reformismo permanente, tiende a ser ignorado o despreciado.

 

Soy tolerante y respetuoso de la diversidad de opiniones, creencias y puntos de vista.

 

John Stuart Mill en su famoso ensayo “Sobre la libertad” dice que «el mundo se beneficia de la confrontación permanente entre la verdad y el error».   El autor decía que «no había que temerles a las opiniones falsas y malintencionadas, todo lo contrario, había que promoverlas, o al menos tolerarlas sin ambages». Es lo que he hecho hasta el momento. Ojalá vinieran firmadas por alguien.

 

Y todo esto porque la minoría podría tener la razón. Y podría tenerla porque, seguramente, su análisis de la realidad puede ser más cercano a los hechos debido a que ha sido capaz de analizar más concretamente la correlación de fuerzas existente o ha sido más competente en descubrir las verdaderas motivaciones de determinados actores sociales, en este caso los trabajadores. Por eso, quienes están en posiciones minoritarias no solo tienen el derecho, sino el deber de defender sus posiciones y de luchar por hacerlas prevalecer en un sano debate interno.

 

Y destaco que debe ser un sano debate interno porque se debe partir de la base de que «nadie posee la verdad absoluta» y que quienes no opinan como nosotros pueden estar en lo correcto. En lugar de ver quien tiene la razón, debemos descubrir qué es lo correcto, sin personalizar las discusiones ni mucho menos recurrir a las descalificaciones que en nada ayudan.

 

Descubrir qué es lo correcto sobre la base de no auto engañarnos. Porque suele ocurrir que dirigentes o activistas, movidos por su pasión, tienden a confundir los deseos con la realidad, no hacen una valoración objetiva de la situación, se tiende a subestimar las posibilidades del contradictor. Se tiende a confundir el estado de los activistas con el estado general de las bases.

 

Y con esto me detengo para referirme al ‘acuerdo de escalafón’.

 

Algunos compañeros le están apostando al fracaso solo para ganar réditos políticos. Otros compañeros solo repiten que el acuerdo es malo, pero no saben ni por qué. Sigo convencido (y conmigo la comisión)  que el acuerdo de escalafón recientemente firmado, ha tenido importantes avances, no perfectos, pero sí avances producto de una negociación.

 

Una cosa es lo que uno desea y otra es la que uno puede alcanzar. Por ello, recurrir a la ‘posverdad’ (Se denomina política de la posverdad aquella en el que el debate se enmarca en apelaciones a emociones desconectándose de los detalles de la política pública y por la reiterada afirmación de puntos de discusión en los cuales las réplicas fácticas —los hechos— son ignoradas) es una forma de hacer política con el fracaso, no de la comisión, sino de todo el sindicato.

 

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No son las redes sociales, ni los mensajes de WhatsApp anónimos, ni el monologo permanente como se construyen las verdades. Son los debates sanos, sin personalizaciones, los que permiten conocer los hechos y las cifras, así algunos sean inmunes a ellas.

 

Por eso —a esos compañeros que disienten del acuerdo, que solo buscan las imperfecciones para atacarlo, que han personalizado el debate con descalificaciones contra los miembros de la comisión—  queremos invitarlos fraternalmente a un debate de cara a los trabajadores. Televisado o por streaming o como bien lo consideren, para que los destinatarios del acuerdo no se sigan alimentando de la posverdad pero al mismo tiempo, paradójicamente se beneficien del mismo.

 

Claro que hay problemas, claro que la implementación iba a presentar nuevos temas para resolver, claro que hay discusiones abiertas y claro que queremos más, pero desconocer los avances y llamarlos “retrocesos de décadas” no dejan de ser afirmaciones tendenciosas y demagógicas, muy común de aquellos que no asumen responsabilidades por considerarlas “chicharrones” y esperan los resultados de los otros simplemente para atacarlos.

 

Mientras algunos le siguen apostando al fracaso, nosotros seguimos buscando soluciones, las mejores soluciones, de acuerdo a la lectura acertada de la realidad y no del deseo, pues ‘la utopía nunca se cumple’.

 

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EDWIN PALMA EGEA es un habitual columnista de BARRANCABERMEJA VIRTUAL.  Puede ser contactado en el correo electrónico:  [email protected]       Consulte el Blog de Edwin Palma en:  http://laboralistapalma.blogspot.com/

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