Es imprescindible escribirles unas líneas a los privados de la libertad y sus familias, no son días fáciles y el encierro se torna difícil de entender. Las costumbres diarias, los hábitos sociales y todo eso que creíamos «normal», de un momento para otro lo dejó de ser.
Sin embargo, para ese grupo de personas, que por una u otra razón hoy están tras las rejas, el día continuó igual, es decir, el mismo entorno, los mismos retos y como siempre la esperanza entre ellos de algún día recuperar la libertad en medio de un virus que, poco a poco, se ha ido tomando el ambiente.
La angustia que se vivió el pasado fin de semana en varios establecimientos carcelarios del país nos tocó a todos, y de forma sensible a aquellos que como estudiosos del Derecho Penal conocemos de cerca las fronteras legales para llegar allí.
Seguramente unos cometieron errores y hoy los están pagando, otros que no lograron defenderse de una acusación y algunos que con ocasión de una investigación fueron cobijados con la medida intramural, sin embargo todos, absolutamente todos, son seres humanos con madres, parejas o hijos que esperan volver a ver.
El Covid19 más allá de ser un virus letal y un peligroso enemigo de la raza humana es —entre otras cosas— un llamado de Dios (para los cristianos), un llamado de la madre naturaleza (para los ambientalistas) o quizás un mensaje del propio destino (para los fatalistas) que en todo caso nos invita a reflexionar sobre la manera en que debemos actuar como raza «pensante».
Las crisis son para superarlas y no para huirlas o naufragar en ellas, y es esta la oportunidad para reflexionar sobre lo que hemos venido haciendo como personas y como sociedad con el medio ambiente. En unos cortos días algo nos cambió y creo que nos hizo ver el mundo y la vida de otra manera.
Pareciera que la «anormalidad» era la que nos hacía daño, pero, curiosamente, esta «anormalidad» es la que nos puede salvar de morir.
¿Qué vendrá después?
¿Cuál será el siguiente campanazo?
¿Qué nos faltará ver para entender que todos somos iguales, pertenecemos a un mismo sistema y nos necesitamos los unos a los otros?
El medio ambiente muchas veces nos lo quiso decir con sus diferentes especies animales, arbóreas, microscópicas y no lo quisimos entender, entonces de cierta forma, el mismo ambiente nos lo explicó —a la fuerza— a tal punto que esas especies que siempre ignoramos hoy se muestran tranquilas en las calles, mares, ríos y bosques.
No cabe la menor duda que quedarán muchas lecciones de esta dura prueba, y contrario a lo que uno de mis maestros llama “derecho al pánico” por las medidas que se están tomando de forma desorganizada entre el gobierno nacional y los gobiernos locales, pensé titular estas líneas como “Deber de Valor” pues de una u otra forma estamos respondiéndole a algo para lo que no estábamos preparados, no avisó que venía y en un principio se tomó como un juego.
El mensaje para los lectores y en especial para los amigos de la población carcelaria es «la calma y al respeto por la instrucciones de las autoridades», no caigamos en la trampa de las noticias falsas que empezaron a abundar por las redes sociales y se volvieron más toxicas que mismo virus, no salgamos de nuestras casas si no es necesario, y no pensemos que estos momentos son para tomarlos a la ligera, es tiempo que guardar sosiego desde nuestros hogares o lugares de reclusión y aguardar con fe que tarde o temprano llegará el fin de estos días difíciles.
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CRISTHIAN GUTIERREZ MARTINEZ, columnista de Barrancabermeja Virtual, puede ser contactado en el correo electrónico: [email protected]
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