Por: Juan Manuel Lopez C.
Colombia sintió un alivio con el cambio de gobierno. Amigos y enemigos de las políticas del gobierno anterior reconocen que el estilo del Dr. Santos da un respiro y baja la tensión y los niveles de intolerancia que caracterizaron los últimos ocho años.
Ahora nos encontramos con que el Dr. Uribe vuelve y salta a la arena.
Pero, partiendo de la base que los procesos históricos y políticos no los determinan los individuos sino los intereses que ellos representan, el Uribe de hoy no está en el contexto del de ayer.
-Ya el ‘establecimiento’ no requiere gobierno en cuerpo ajeno porque Santos es el establecimiento. Las fuerzas armadas tienen suficiente o aún más cercanía con quien se reclama de la misma formación, como creador de la línea que los ha reivindicado, y bajo cuyo mandato han obtenido iguales resultados. La política americana dejo de ser el ‘antiterrorismo’ y las guerras preventivas de Bush, y el Gobierno Obama no busca esquiroles contra Venezuela, ni pide aliados que declaren la guerra a Irán o envíen ‘asesores’ a Afghanistán. Para los medios tampoco es la figura ‘porque ha venido otro gallo a cantar al gallinero’ (por cierto, más afín a ellos); casi que ya no pesa ni para quienes solo piensan en derrotar a la guerrilla puesto que la simple inercia está arrastrando ese resultado sin necesidad de nuevas intervenciones;
-No es vocero tampoco del paramilitarismo que antes lo acompañó pero que fue extraditado; y poco en el mismo plan deben estar sus excolaboradores (los promotores de sus campañas, sus ministros, sus secretarios, sus congresistas, sus generales, los directores de departamentos bajo su dependencia directa), cuando prácticamente todos los que fueron cercanos a él acabaron siendo castigados o cuestionados en proporción a lo que participaron de sus peleas y de los medios que uso para adelantarlas;
-Por ser el único presidente que ha mandado durante dos periodos consecutivos, por la forma en que atropelló nuestras costumbres y nuestras instituciones bajo su mandato, y por haber nombrado su heredero, no puede ser que sienta que le faltó tiempo o poder para adelantar la gestión que corresponde a un primer mandatario. Y su sucesor goza de suficiente respaldo para no depender de su ayuda o apoyo;
-No vuelve al ruedo con un programa de Gobierno, o a reivindicar un modelo de Estado, o a desarrollar o implantar una teoría económica;
-Por sustracción de materia solo le queda la representación de los beneficiarios de la contrareforma agraria que ha vivido el país (los terratenientes tradicionales y los nuevos ‘señores de la guerra’ que la adelantaron). Y como contraparte, el gobierno de Santos que busca corregir los excesos cometidos bajo esa filosofía de ‘es una guerra y en ella todo se vale’.
-Ante la desinstitucionalización que produjo, la destrucción de la moral pública que promovió, el caos administrativo que dejó como legado, y ya sin el manejo mediático y el uso y abuso de los recursos del poder (toda decisión dependía de él; y por familias en acción y los consejos comunitarios, todos sentían recibir un beneficio o tener una dependencia directa de su persona), no hay hacia él el síndrome de orfandad que se esperaba.
Pero como los gallos de pelea o los toros de lidia, él no vuelve por nada diferente a que esa es su naturaleza; no puede evitar actuar de esa forma… vuelve a pelear; y contra quien sea…